Epilepsia: 8 de cada 10 diagnósticos son menores de edad. Estamos ante una enfermedad que afecta a más de 250.000 personas y cuyo diagnóstico es fundamental para mejorar la calidad de vida de los pacientes y, sobre todo, evitar los síntomas y consecuencias como los ataques de epilepsia. Los médicos y expertos en neurología recuerdan que, con un tratamiento adecuado, la epilepsia puede ser una enfermedad perfectamente controlable y que permite, a siete de cada diez pacientes, llevar una vida complemente normal.
Aunque es una enfermedad frecuente entre la población, y cuya prevalencia es mayor en el caso de los menores de 18 años, todavía hay muchos aspectos desconocidos para la gran mayoría. De ahí la importancia, como subrayan los médicos, de incidir en una mayor concienciación y en un diagnóstico lo más preciso posible. De hecho, se acaba de publicar el nuevo atlas en epilepsia en la edad pediátrica, respaldado por la Sociedad Española de Neurología Pediátrica y la Asociación Española de Pediatría. Atlas que, entre otros datos, apunta a que la epilepsia es una enfermedad que afecta a más de 60.000 adolescentes de menos de 14 años. De hecho, la mayor incidencia se presenta en el tramo de cero a diez años, una edad en la que la enfermedad requiere un mayor control y vigilancia, ya que puede ser difícil, como subrayan los médicos y pediatras, manejar esta patología a edades tan tempranas. También hay que precisar que la mayoría de los casos diagnosticados tanto en la edad lactante como escolar evolucionan de manera favorable y, en algunos casos (en torno al 20-30%), ni siquiera precisan de medicación a largo plazo.
La epilepsia, en términos médicos, es una enfermedad del sistema nervioso, caracterizada por la aparición recurrente de ataques repentinos con pérdida de conocimiento, causados por una actividad eléctrica anormal en la corteza del cerebro, uno de los órganos más importantes y en el que se encuentran las respuestas de muchos trastornos de salud.
Las convulsiones son el síntoma más característico de la epilepsia, las cuales suelen aparecer acompañas de mareos. Ante una crisis, lo primero de todo es evitar que el paciente sufra daños, como golpearse en la cabeza. Al parar las convulsiones, se debe colocar al paciente tumbado sobre uno de los costados, para evitar que se ahogue si se presentan náuseas.
Tanto si se trata de una primera crisis como si es recurrente, se debe consultar de manera inmediata al médico o pediatra, ya que en ocasiones será necesario modificar el tratamiento. La epilepsia es una enfermedad, cuyo origen varía en función de la edad de aparición de la primera crisis, que no solo afecta al desarrollo físico del paciente, sobre todo en el caso de los más jóvenes, sino que también puede influir en su aprendizaje y adaptación.
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