Tensión baja por el calor: Remedios naturales

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Suben los termómetros, y no solo la temperatura se dispara sino que la humedad también lo hace. Condiciones ambientales que pueden influir en nuestra salud y, en concreto, en nuestros niveles de tensión arterial. Si ya de por sí tendemos a tener la tensión baja (hipotensión), con la llegada del calor conviene seguir una serie de recomendaciones para prevenir desvanecimientos, mareos u otros síntomas propios de este trastorno. No obstante, el calor, sobre todo cuando nos exponemos demasiado, puede afectar a cualquier persona, aunque crea que sus niveles de tensión son óptimos.

La hipotensión ocurre cuando la presión arterial se sitúa en niveles más bajos de lo normal, algo que es más frecuente en los días de calor. El descenso de la tensión puede venir acompañada de síntomas de debilidad, malestar general, sudoración, fatiga y mareos. Es la reacción propia de nuestro cuerpo para defenderse. ¿Qué podemos hacer para prevenir y evitar los bajones de tensión?

Entre los remedios naturales, y de efectos más inmediatos, está el regaliz, eficaz para mantener la tensión controlada con las altas temperaturas. Un remedio natural para tener siempre a mano si tenemos predisposición a la hipotensión. Otro truco es colocarse un poquito de sal debajo de la lengua para elevar rápidamente los valores de presión arterial.

Entre los aliados eficaces que ofrece la medicina a base de hierbas se incluye la salvia, ideal para frenar el problema de sudoración excesiva, el ginseng y el romero. Una buena taza de infusión de una de estas hierbas es la mejor opción para empezar y terminar un sofocante día de verano y controlar los niveles de tensión arterial.

Bueno para contrarrestar el malestar y fatiga es la tormentilla, una decocción de la hierba, elaborada con extracto seco y agua con un beneficioso poder calmante y tonificante. Para elevar la tensión también se puede recurrir a la homeopatía. Entre los remedios contra la fatiga, debilidad y mareos están la Phosforis y Ferrum Metallicum.

Igualmente natural y fácil es seguir algunos de los remedios naturales de la abuela, como beber mucho líquido a lo largo del día (al menos dos litros de agua), evitar la práctica de deportes o actividades físicas exigentes durante las horas más calurosas del día (las horas centrales cuando el sol y sus rayos hacen que las temperaturas se disparen), comer alimentos ligeros y de fácil digestión, optando por las frutas y verduras de temporada, y evitando los fritos y salsas altas en calorías.

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