La Asamblea General de las Naciones Unidas definió la violencia de género, en su aprobación en 1993 de la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, como todo acto de violencia por razones de sexo que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada.
La violencia de género, más allá de su definición, es una de las mayores lacras sociales, la cual esconde muchas aristas, como las temidas consecuencias físicas y sobre todo emocionales que entraña en las víctimas.
Las bofetadas, golpes, fracturas o palizas; las amenazas, insultos, intimidaciones y humillaciones dejan heridas que van allá de los moretones o las cicatrices. Heridas que pueden acarrear serias consecuencias para la salud de la mujer, tanto en el terreno físico como psicológico. La violencia de género puede traducirse en lesiones físicas (un golpe, un corte menor) a discapacidad crónica o problemas de salud mental. Las consecuencias también pueden ser drásticas (homicidio, suicidio…).
Secuelas físicas La violencia de género tiene múltiples efectos sobre la salud de la mujer. Además hay que destacar que las mujeres víctimas de maltrato tienen una percepción más negativa de su estado de salud. Entre las consecuencias más frecuentes sobre la salud física se incluyen:
- Lesiones (pueden ser leves o graves)
- Deterioro funcional
- Obesidad
- Dolor crónico
- Síndrome de intestino irritable
- Hipertensión y mayor vulnerabilidad al infarto
- Problemas articulares (artritis…)
- Problemas auditivos y visuales
- Problemas respiratorios
- Trastornos gastrointestinales (úlcera, diarrea, estreñimiento…)
- Quejas somáticas (dolor, molestias gastrointestinales, cardiopulmonares…)
- Fibromialgia
Otra de las consecuencias del maltrato es la predisposición a adoptar conductas o hábitos perjudiciales para la salud, como el hábito de fumar, abusar del alcohol y otras sustancias estupefacientes (antidepresivos, tranquilizantes, estimulantes), inactividad física y conductas sexuales de riesgo. En el caso de las mujeres embarazadas víctimas de maltrato, las consecuencias afectan directamente a su salud reproductiva y al desarrollo de su futuro bebé. Así, las consecuencias pueden ser un aborto no deseado, complicaciones en el embarazo, inflamación pélvica, bajo peso al nacer del bebé, lesiones en feto y trastornos ginecológicos.
Secuelas emocionales El estrés postraumático y la depresión son dos de las secuelas emocionales más frecuentes entre las mujeres que han sido víctimas de la violencia de género. A esto hay que sumar los episodios de ansiedad, irritabilidad, cambios de humor incontrolados, llanto, dolor de cabeza, ataques de pánico, trastornos alimenticios, disfunciones sexuales, baja autoestima y abuso de sustancias.
Las víctimas de maltrato son más proclives al aislamiento, la desconfianza, la dificultad para entablar relaciones sociales. Además, las consecuencias de la violencia también llevar a la anulación de la autoestima, una mayor dependencia, temor y distorsión de las capacidades cognitiva y emocional.
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