Fertilidad: Dieta mediterránea para mejorar la capacidad reproductiva. El patrón dietético más equilibrado no solo es un escudo protector de nuestra salud frente a las enfermedades, sino que también es un interesante aliado para evitar los problemas de fertilidad. La dieta mediterránea es la premisa básica a la hora de promover hábitos saludables, a los que se suman, tal y como señalan los especialistas en reproducción asistida, la práctica de ejercicio físico y evitar el tabaco, el alcohol y los episodios de estrés.
La dieta mediterránea refuerza sus beneficios y propiedades saludables. Seguir una dieta sana, variada y equilibrada no solo nos ayuda a prevenir trastornos de la salud, sino que también es la mejor aliada, tal y como señalan los especialistas en reproducción asistida, para mejorar la capacidad reproductiva. Una dieta sana que debe ir acompañada de otros hábitos saludables, como la práctica de ejercicio físico de manera regular, evitar el consumo de tabaco y abusar de las bebidas alcohólicas y, en último término aunque no menos importante, evitar el estrés.
¿Cómo favorece la fertilidad la dieta mediterránea? De entrada, llevar una dieta sana y equilibrada es la mejor manera de mantener el peso ideal y, por tanto, de reducir los problemas de sobrepeso u obesidad. Y es que, tal y como subrayan los médicos, la obesidad es un factor que puede influir de manera negativa en la fertilidad y, en concreto, en la capacidad del ovario de realizar de manera correcta sus funciones, y en su calidad ovocitaria y endometrial. De igual manera, estar por debajo del peso recomendado también puede contrarrestar la fertilidad, ya que nos hace más vulnerables al retraso en la menarquía, alteraciones de los ciclos menstruales y anovulación.
La dieta, por otra parte, mejora el desarrollo embrionario y fetal, al tiempo que reduce los riesgos de trastornos cardiovasculares gracias, especialmente, a la presencia de grupos alimenticios como las verduras, legumbres y pescados.
Tal y como hemos señalado la dieta es uno de los factores a tener, pero no el único. El estrés afecta tanto a la capacidad reproductiva del hombre como de la mujer. En algunos casos, el estrés está ligado a los problemas emocionales y éstos, a su vez, influyen directamente en los problemas de esterilidad y fertilidad. También es importante reducir el consumo de bebidas ricas en cafeína, sobre todo durante el periodo de gestación. Igual de negativo es el consumo del tabaco. El hábito de fumar, como ya sabemos, es severamente perjudicial para la salud y, en el caso concreto de la capacidad reproductiva femenina, el tabaco puede afectar tanto a los ovarios, como al útero o a las trompas. Uno de los efectos negativos que puede generar es la espermatogénesis, efectos que pueden extenderse tanto al feto como al recién nacido.
Evitar el consumo de bebidas alcohólicas también es aconsejable si estamos planificando ser padres. De igual manera su consumo debe controlarse durante el periodo de gestación, ya que constituye uno de los riesgos de aborto. El alcohol retarda el crecimiento de los folículos, modifica el ovocito y disminuye la movilidad de los espermatozoides.
Por último, hay que hacer mención a la actividad física, cuya práctica regular es premisa básica de salud. El sedentarismo nos hace más vulnerables a los problemas de salud, entre ellos el estrés del que hemos hablado antes. Por lo tanto, promover la práctica de ejercicio físico ayuda a mejorar la autoestima, reduce la ansiedad y el estrés y favorece la fertilidad.