Fiebre glandular: síntomas y remedios

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La fiebre glandular, también conocida como mononucleosis infecciosa, es una infección viral cuyos síntomas más comunes son fiebre alta, dolor de garganta, ganglios linfáticos del cuello inflamados, fatiga y agotamiento. Es una enfermedad que puede afectar tanto a adultos como adolescentes, y que puede durar varias semanas. Aunque afortunadamente, no es una enfermedad que acarree graves consecuencias, pero sí conviene prestar atención a su evolución. Para que el tratamiento resulte más efectivo, conviene no subestimar los síntomas y aprender a reconocerlos.

Síntomas
Los síntomas de la fiebre glandular más comunes son fiebre alta, con temperaturas que pueden superar los 38 ° C y con escalofríos, dolor de garganta, inflamación de las amígdalas, ganglios linfáticos del cuello y otras zonas del cuerpo (como las axilas), erupción cutánea, dolor de cabeza, dolor e inflamación de ojos, dolor muscular, pérdida de apetito, hinchazón del bazo y el hígado, fatiga y malestar general. En algunos casos la fiebre glandular aparece acompañada de una leve inflamación del hígado que puede causar ictericia (coloración amarillenta de la piel). Aunque los síntomas suelen ser evidantes, también se puede dar el caso en algunos pacientes de que la enfermedades sea asintomática, es decir, que no presente síntomas. La fiebre glandular suele durar de dos a tres semanas.

En cuanto a las posibles complicaciones de la fiebre glandular, aunque no son comunes, puede producirse una infección bacteriana secundaria del cerebro o el sistema nervioso y la inflamación excesiva de las amígdalas que provoque dificultades para respirar.

Causas
El responsable de la fiebre glandular es el virus denominado Epstein-Barr, que puede atacar a dos tipos de células del cuerpo (los de las glándulas salivales y las células blancas de la sangre).

Tratamiento
La fiebre glandular es una infección viral, por lo tanto, los antibióticos están contraindicados, ya que, en estos casos, no tienen ningún efecto. Para bajar la fiebre, el médico sí puede prescribir fármacos antipiréticos, como el acetaminofeno y el ibuprofeno. Por lo demás, la enfermedad debe seguir su curso recomendando hacer reposo. Recordar que la fiebre glandular es especialmente contagiosa durante la fase febril, siendo durante estos días en los que hay evitar el contacto.

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