Aunque es cierto que en el caso de las mujeres jóvenes las probabilidades de padecer cáncer de mama son más bajas, también lo es que cuando aparece puede resultar más agresivo. Las mujeres estamos plenamente concienciadas de la importancia de prevenir para adelantarse al diagnóstico, y aquí entran en juego una serie de pautas básicas para mantener la salud de los pechos.
- Mantener un peso saludable: Los problemas de sobrepeso también nos hacen más vulnerables a padecer esta enfermedad, al tiempo que puede reducir las probabilidades de supervivencia, tal y como señalan los expertos. Cuidar el peso es una cuestión de salud, y para ello lo mejor es seguir una dieta sana, variada y equilibrada.
- Hacer ejercicio: El ejercicio es un hábito saludable que debemos fomentar. Conviene, al menos, hacer ejercicio 5 días a la semana (enre 45 y 60 minutos). El ejercicio regular puede ayudar a prevenir la enfermedad al aumentar la función inmune. Asimismo, la práctica de deporte ayuda a evitar los problemas de sobrepeso, al tiempo que reduce los niveles de insulina.
- Evitar el alcohol: Investigaciones recientes han constatado que tomar dos copas de alcohol al día puede aumentar, hasta en un 20%, los riesgos de padecer cáncer de mama. El alcohol en exceso, como sabemos, no es bueno para la salud, siendo una mejor opción el sustituir, por ejemplo, la copita de vino por un puñado de uvas frescas. El resveratrol presente en la piel de las uvas, considerado el elixir de la juventud, puede ayudar a reducir los niveles de estrógenos, lo que a su vez constituye un riesgo.
- Comer más vegetales: Optar por el color verde en la dieta es una apuesta segura. Una dieta baja en grasas es la mejor manera de reducir los riesgos, y si además aumentamos la ingesta de verduras (especialmente, brócoli, col rizada…) reforzamos la protección. Ambas son ricas en sulforafano, una sustancia que los expertos apuntan a que puede ayudar a la proliferación de las células cancerosas.
- Conocer los antecedentes familiares: Es muy importante conocer los antecedentes familiar, ya que se estima que, aproximadamente, en el 15% de los casos de cáncer de mama hay antecedentes en la familia. Si un familiar de primer grado ha sido diagnosticado de cáncer de mama, el riesgo de heredarlo se multiplica por dos; si los familiares de primer grado lo han padecido, el riesgo se puede multiplicar por cinco.
- Hacerse un chequeo: Es aconsejable que las mujeres se hagan una revisión de los senos, al menos cada tres años. A partir de los 40, y especialmente cuando hay casos de antecedentes familiares, las pruebas se deben realizar anualmente. Es importante que estas revisiones empiecen al menos 10 años antes de la edad del familiar a la que le fue diagnosticado el cáncer. Para cualquier duda, consultar siempre con el médico. También es importante que la mujer aprenda a autoexplorarse las mamas para detectar cualquier cambio o señal anómala.
- Considera hacer un test genético: El test genético es una herramienta esencial que nos puede ayudar, y mucho, en la detección de problemas de salud. Un test que conviene realizar cuando contamos con antecedentes familiares de cáncer de mama y de ovario.
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