Urgencias pediátricas: ¿Cuándo acudir? Unas décimas de fiebre, tos y vómitos son los motivos principales por los que los padres suelen recurrir a urgencias en los casos de los más pequeños (entre uno y seis años). Pero, ¿se preocupan los padres en exceso? Lógicamente, la preocupación y las dudas, sobre todo entre los padres primerizos, se puede medir ni mucho menos controlar, pero algunos estudios sí constatan que no siempre es necesario acudir a urgencias, cifrando en seis de cada diez el número de casos en los que se acude a urgencias pediátricas sin que los síntomas lo aconsejen.
¿Cómo saber cuándo realmente hay que acudir a urgencias? Unas décimas de fiebre o una leve tos no son síntomas alarmantes, aunque sí motivan muchas de las urgencias pediátricas sobre todo por las dudas que puede generar al tratarse de los más pequeños de la casa. Los especialistas recomiendan no guiarse solo por un síntoma antes de decidir si acudir a urgencias o esperar a la consulta con el pediatra, sino por el estado general del más pequeño antes de preocuparnos y alarmarnos. Así, por ejemplo, cabe recordar que la fiebre, como tal, no es una enfermedad, sino un síntoma, y ésta debe superar los 37,5 grados centígrados. Sí hay que preocuparse más si aparece acompañada de otros síntomas (dificultades respiratorias, irritabilidad, cambio de coloración de la piel), si aparece en niños menores de tres meses o si persiste durante varios días.
Tal y como señalan desde la Asociación Española de Pediatría, los problemas respiratorios encabezan la lista de causas por las que se recurre a urgencias con más frecuencia, al tiempo que también es el principal motivo de ingreso de los niños cuando se presentan complicaciones debido al agravamiento de una gripe o resfriado (bronquitis, bronquiolitis, faringitis, asma, neumonía).
Señales que nos alertan
Sí constituyen indicios más severos, y por tanto debemos acudir a urgencias pediátricas si observamos que:
- El niño está decaído y especialmente irritable, mostrándose inconsolable en muchos momentos. El llanto es, en los más pequeños, la manera de decir cómo se encuentran.
- El niño presenta dificultades para respirar.
- Si tiene diarrea y, en el caso de vómitos, expulsa sangre. En este caso, si los síntomas persisten hay que evitar un episodio de deshidratación (ausencia de baja, irritabilidad, somnolencia u ojos hundidos).
- En caso de pérdida de apetito y rechazo a la lactancia o a la alimentación.
- En los casos en los que presente algún tipo de alteración de la piel (palidez, cianosis o coloración azulada).
- Cuando la fiebre es alta y no remite con el tratamiento.
- En casos de alergias, aparición de ampollas o hinchazón de la cara.
- Si el niño ha recibido un golpe fuerte en la cabeza, tanto si ha perdido el conocimiento como si no. Aunque parezca que el golpe no ha tenido importancia, si el niño se queja de dolor, es conveniente que el médico vea al pequeño.
- Cuando presente una herida que requiera puntos.