Tartamudez: ¿Cuándo aparece y cómo tratarla? La tartamudez es un trastorno que impide mantener una conversación fluida, es decir, afecta únicamente al habla y no es, en ningún caso, sinónimo de deterioro intelectual. Sin embargo, el peso de la tartamudez reside en que sí puede provocar dificultades a quien la padece a la hora de interrelacionarse, por miedo o pánico. La tartamudez, detectada y tratada en la infancia, se cura en el 80% de los casos. Un trastorno que sigue siendo un desconocido para la sociedad en general, sobre todo por los prejuicios que lo rodean.
Tartamudear. Dificultades para mantener una conversación fluida y que pueden llegar acompañadas de tensión muscular. Esta podría ser, en pocas palabras, la definición de la tartamudez, un trastorno que afecta al habla –facultad que se localiza en la zona izquierda de nuestro cerebro-, no a la capacidad intelectual. Según datos de la Fundación Española de la Tartamudez estamos ante un trastorno que afecta aproximadamente a 800.000 personas en nuestro país.
Padecer tartamudez, aunque no es una enfermedad, sí puede tener consecuencias emocionales, especialmente miedo, vergüenza o ansiedad a la hora de mantener una conversación o hablar en público. Un trastorno que, no obstante, se puede tratar con resultados positivos en el 80% de los casos del abordaje en la infancia. La detección temprana juega, como en cualquier aspecto de la salud, un papel esencial. En el caso de la tartamudez, suele comenzar a manifestarse a partir de los 3 años, sin que exista una causa certera que explique su origen. Será justo a partir de este momento, y en los primeros años de vida, cuando se debe abordar la patología, tal y como recomiendan desde la Asociación Española de Logopedia, Foniatría y Audiología. Cuando el tratamiento se inicia en los primeros años las posibilidades de solucionar el trastorno son mucho mayores que cuando se aborda en edades posteriores (adolescencia, edad adulta). Un tratamiento que requiere de apoyo psicológico.
Tartamudez en la infancia: Consejos
En la detección precoz de la tartamudez también juegan un papel importante la escuela y el pediatra. Para ello, la escuela es un escenario propicio en el que suele manifestar la tartamudez o dificultades para hablar con el resto de compañeros. Por su parte, el pediatra debe conocer a fondo las características y señales de este trastorno para no confundirlo con algún otro problema de aprendizaje. El estrés y el nerviosismo pueden hacer que los episodios de tartamudez sean más severos. Si queremos ayudar a una persona con tartamudez no debemos meterle prisa al hablar, evitar corregirles o terminar sus frases, ya que estas conductas pueden hacer que se sienta más nervioso.
Los niños que tartamudean suelen prolongar y repetir sonidos, palabras o sílabas, así como sufrir bloqueos al hablar. Otras señales de la tartamudez en los más pequeños son los cambios en la velocidad al hablar, alteración del ritmo de respiración, nerviosismo, ansiedad o excesiva tensión muscular.
Si los más pequeños de la casa tartamudean, tal y como aconsejan los especialistas, debemos evitar decirle que hable más despacio y no se ponga nervioso, ya que aunque pensemos que le estamos ayudando, en realidad no lo hacemos. Es importante hablar con él sin prisa, hablando despacio y no apremiándole a la hora de dar y obtener las respuestas y, sobre todo, prestándole atención. Si el niño percibe que no se le está escuchando puede ponerse más nervioso y tartamudear más.