Violencia emocional en los niños: Cómo evitarla

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Cuando hablamos de violencia no podemos olvidar que además de física puede ser emocional. Y no lo podemos olvidar porque esta segunda suele quedar más oculta, más invisible, pero es igual de peligrosa para el desarrollo y crecimiento del niño sin problemas. La primera medida contundente para evitarla es hacerla visible. La violencia en la infancia, tal y como han constatado en numerosos estudios los expertos, puede provocar alteraciones neurológicas que, como consecuencia, modifiquen la personalidad, estado de ánimo y modo de relacionarse con los demás para el resto de su vida.

¿Cómo se manifiesta la violencia emocional? Tiene muchas caras, ya sea en forma de amenazas, rechazo, insultos o humillación. Atemorizar, agredir verbalmente, rechazar, ignorar o ridiculizar son formas de violencia emocional. Pero hay más manifestaciones, como el no atender sus necesidades educativas, el acoso psicológico o ignorar la necesidad de apoyo emocional.

La violencia emocional con mucha frecuencia es ejercida sobre los niños por personas cercanas, con quienes tienen un estrecho vínculo. Daño emocional que puede llegar acompañado o no de violencia física, o que puede ser el primer paso a otras formas de violencia de tipo físico o sexual. Un estudio realizado en Estados Unidos sobre incidencia del maltrato infantil desveló que en un elevado porcentaje, más del 70%, el maltrato o violencia emocional era ejercido por alguno de los progenitores, las personas de las que tomar ejemplo y que, en definitiva, son responsables de que el niño crezca sano y feliz.

Algo similar desvelaba el informe ‘Ocultos a plena luz’ de Unicef, con datos de 190 países, al señalar que en la mayoría de los casos la violencia emocional tiene lugar en aquellos entornos en los que el niño debería sentirse seguro, como su casa o el colegio. La violencia emocional, al igual que cualquier otro tipo de violencia sobre los niños, es una vulneración de sus derechos fundamentales. Violencia que, en ningún caso, podemos pasarla por alto. Éste es precisamente el primer paso para evitarla, no permitirla. Igual de importante es concienciar al niño que la sufre de que es no culpable de nada, el único culpable es el agresor, la persona que ejerce violencia sobre él. Hacer daño no es la mejor manera de enseñar a los niños a ser buenas personas.

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