Durante el embarazo son tantos los cambios que experimenta el cuerpo, tanto a nivel físico como emocional, que resulta difícil no preocuparse ante la aparición de cualquier síntoma o señal que afecta a la salud. Durante el embarazo, la hormona progesterona puede provocar una dilatación de los vasos sanguíneos y capilares con el consiguiente aumento del calor corporal. Sin embargo, pese a que la temperatura durante el embarazo puede ser más elevada, la presencia de algunas décimas de fiebre puede generar preocupación si se desconoce la causa que la provoca.
Las causas de aparición de fiebre durante el embarazo pueden ser diversas, desde una infección viral o bacteriana a una insolación o una infección urinaria. Ante la duda, lo más aconsejable es consultar siempre al médico, tanto para identificar la causa como para determinar el tratamiento más adecuado. Vamos a ver, a continuación, qué hacer en caso de fiebre, cuándo es peligroso y cuáles so los riesgos que puede entrañar para el feto.
Qué hacer En caso de fiebre alta siempre hay que consultar al médico, para diagnosticar las causas del aumento de la temperatura y, si fuera necesario, prescribir algún medicamento para bajarla.
Asimismo, también hay que controlar los riesgos de deshidratación, por lo que debe aumentarse la ingesta de líquidos. Así, por ejemplo, el zumo de naranja y albaricoque ayuda a reducir la temperatura corporal y favorece la eliminación de toxinas. También es bueno tomar alimentos ricos en vitamina C para estimular el sistema inmunológico.
Cuándo es peligrosa la fiebre Se considera fiebre alta tener más de 38 grados. Hay que vigilar la fiebre, ya que puede tener consecuencias para el feto, sobre todo cuando está causada por una infección viral o bacteriana. En el caso de las infecciones urinarias, como la cistitis que está causada por la proliferación de bacterias en la vejiga, puede desembocar en una rotura de las membranas fetales. Durante el primer trimestre, la fiebre puede interferir en el desarrollo celular del feto, mientras que en el segundo y tercer trimestre puede causar contracciones del útero que, en casos severos, provocan la expulsión prematura del feto.
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