Test antiaging: ¿A qué nos predisponen los genes? La predisposición genética a una determinada enfermedad, tal y como señalan los especialistas, no implica necesariamente que se vaya a padecer, aunque sí nos da las claves para prevenirla y nos permite adelantarnos al diagnóstico. Los test genéticos antiaging, una sencilla prueba para la que es suficiente una muestra de sangre o saliva, aportan relevante información que va desde el control de peso, los riesgos de osteoporosis, riesgos de patologías cardiovasculares, salud de la piel o problemas, hasta factores concretos, como los niveles de estrés.
La genómica, la técnica que permite descifrar nuestro ADN, tiene en los genes las respuestas predictivas y preventivas. Los test genéticos antiaging permiten predecir los riesgos individuales a padecer determinadas patologías y, al tiempo, adelantarse al diagnóstico para prevenirlas. Unos sencillos test que desvelan la predisposición genética de cada uno de nosotros a padecer, por ejemplo, alteraciones de la piel o riesgo de osteoporosis. Nos detenemos en esta patología, a la cual somos mucho más vulnerables las mujeres, ya que un test genómico permitirá analizar cómo se metabolizan los estrógenos y cuál sería el riesgo de desarrollar un cáncer. Una respuesta a tener en cuenta a la hora de recurrir durante la menopausia a una terapia hormonal sustitutiva.
Los test genéticos también nos desvelan nuestra predisposición a padecer diabetes tipo 2, lo que permite que se adopten las medidas dietéticas adecuadas para prevenirla e, incluso, retrasar lo máximo posible su aparición. Y la prevención a través de la dieta también será la clave para retardar la aparición de la degeneración macular asociada a la edad, patología que constituye la segunda causa de pérdida de visión total en los pacientes adultos. La predisposición genética se puede confirmar a través de un test y, en este caso, la prevención pasa por seguir una dieta rica en Omega 3, vitamina D y otros complementos nutricionales.
No nos vamos del capítulo de la dieta y la alimentación, ya que uno de los problemas que más preocupa por el aumento de su incidencia, la obesidad o sobrepeso, también se puede medir a través de un estudio genómico. Los test pueden valorar las alteraciones en el mecanismo de saciedad, el gasto energético y el metabolismo de los lípidos, entre otros factores. A partir de esta información, se pueden introducir determinadas modificaciones en la dieta adaptadas al perfil de cada paciente, lo que ayudará a evitar los problemas de sobrepeso.
Genética y enfermedades cardiovasculares
Los test genéticos antiaging pueden medir la predisposición a padecer trombosis, infarto o ictus, tres de las enfermedades cardiovasculares más frecuentes. Es posible predecir y prever si una persona tiene mayor o menor riesgo de padecer hipertensión, uno de los factores de riesgo de las patologías cardiovasculares. Saberlo permitirá adaptar la alimentación y los hábitos para una prevención más eficaz.
Este tipo de test se puede centrar en el análisis de un factor en concreto o bien aportar una información más amplia. De hecho, el test más completo del que se dispone actualmente incluye más de cien polimorfismos.
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