¿Sabías que hablar solo mejora la concentración y la memoria? Atrás han quedado, afortunadamente, creencias erróneas que consideraban que irremediablemente hablar solo era una señal de enfermedad mental. De hecho, lejos de ser un comportamiento extraño, expresar nuestros pensamientos en voz alta y dialogar con uno mismo refuerza el buen funcionamiento del cerebro. Hablar solo es algo que hacen con frecuencia los niños, y que en muchos casos mantenemos en la edad adulta, por ejemplo, a la hora de estudiar para memorizar mejor la información. No solo ayuda a retener mejor, sino que mejora la comprensión, la atención, contribuye a ordenar las ideas y a tomar decisiones. Vamos a ver, más detenidamente, qué beneficios nos reportan las conversaciones con uno mismo.
Beneficios
Los soliloquios se pueden definir como el discurso que se realiza sin dirigirse a otra persona, es decir, el discurso con uno mismo. En líneas generales, hay una serie de situaciones en las que tendemos a hablar solos, como por ejemplo al reflexionar sobre algo en concreto, al realizar una tarea (sumar, hacer una lista de cosas, contar los puntos de la labor…), para aliviar la tensión (criticarse en voz alta o soltar una palabrota), para entretenernos (cantar cuando vamos en el coche o hacer comentarios sobre lo que oímos en la radio).
Tal y como hemos señalado, el soliloquio forma parte del desarrollo cognitivo de los niños, desempeñando, tal y como constatan los expertos, un papel fundamental en la coordinación de las acciones y los pensamientos y en la adquisición de nuevas habilidades. Las personas que de niños hablaban solas tienen mayor tendencia a mantenerlo de adultos como una herramienta efectiva, sobre todo para aprender cosas nuevas.
Un estudio, realizado por investigadores de las universidades de Wisconsin y Pennsylvania y publicado en la revista Quarterly Journal of Experimental Pyschology, constató que hablar solo mejora la agilidad mental y centra la atención. Así, por ejemplo, repetir en voz alta el nombre de un objeto permite encontrarlo de manera más rápida. Al hacerlo, según los investigadores, se reactiva la información visual, la capacidad del cerebro para asociar un nombre y un objeto.
Y hay otro beneficio más para no inventarse excusas si nos pillan hablando solos con el espejo del baño, y uno mismo, como único auditorio. Hablar solo, o traducir en palabras las emociones y pensamientos, libera tensiones y estrés. Y hay más, porque hablar solo no es sinónimo inevitable de soledad, ya que son las personas extrovertidas las que con más frecuencia recurren a los soliloquios.
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