Síndrome mielodisplásico: ¿Qué sucede? Los síndromes mielodisplásicos forman parte de la familia de las enfermedades de la sangre. Se estima que afectan a una media de entre 3-5 personas por cada cien mil habitantes. Una enfermedad severa que afecta a la médula ósea, la cual no es capaz de alcanzar la producción de sangre que necesita el paciente. ¿Cuáles son los síntomas? ¿Se puede prevenir? ¿Cuál es su tratamiento? Éstas son algunas de las preguntas más frecuentes sobre esta patología.
El síndrome mielodisplásico, con una prevalencia de entre 3 y 5 diagnósticos por cada cien mil habitantes, es una enfermedad severa de la sangre producida por la incapacidad de la médula ósea de producir toda la sangre que necesita nuestro organismo. Su principal manifestación o síntoma es un descenso en los niveles de hemoglobina, aunque el origen y la causa exacta siguen siendo una pregunta sin respuesta, un reto todavía para los médicos y especialistas. Algunas hipótesis y datos médicos podrían apuntar a una posible predisposición genética, aunque tampoco se descartan otros factores de riesgo como la edad, la exposición a determinados agentes ambientales o industriales o como posible efecto secundario de los tratamientos contra el cáncer (radioterapia y quimioterapia).
No es una de las enfermedades más conocidas. Porque, ¿qué es el síndrome mielodisplásico? ¿Influye la edad? Tal y como la definen médicos y expertos, los síndromes mielodisplásicos forman parte de una serie de trastornos de la médula ósea caracterizados por una insuficiente producción de células sanguíneas sanas así como por la presencia de células inmaduras anormales. Aunque es una enfermedad relacionada con el envejecimiento, y que se suele diagnosticar en personas mayores, también puede afectar a los jóvenes. En este caso, la incidencia es mayor en hombres que en mujeres.
Síndrome mielodisplásico: Síntomas
En la mayoría de los casos, esta patología se desarrolla con una anemia inicial, con síntomas más o menos claros y acentuados en función de su severidad. De hecho, los médicos estiman que 9 de cada 10 casos se presentan con un diagnóstico inicial de anemia. Los pacientes del síndrome mielodisplásico presentan niveles bajos de glóbulos rojos (lo que genera cansancio y debilidad), glóbulos blancos (lo que les hace más proclives a padecer infecciones, episodios de fiebre y aparición de úlceras en la boca) y de plaquetas (lo que genera más hematomas y hemorragias).
Hay que señalar que estamos ante una patología que, en sus fases iniciales, puede ser silenciosa, es decir, no presentar síntomas ni señales evidentes. En muchas ocasiones, esto hace que el síndrome se detecte en un análisis rutinario de sangre.
Tratamiento
Síntomas, fase de la enfermedad, edad del paciente, historial clínico y disponibilidad de un potencial donante de médula ósea son algunos de los factores que se tienen en cuenta a la hora de tratar los síndromes mielodisplásicos. Controlar los síntomas, mejorar la calidad de vida del paciente y elevar la supervivencia son tres de los objetivos que persigue todo tratamiento. Así, además de los tratamientos de soporte para el control de los síntomas y entre otras terapias médicas y farmacológicas, también se aplica la estimulación de la médula ósea o la erradicación de las células inmaduras a través de la quimioterapia intensiva.
Coincidiendo con la celebración del Día Mundial de los Síndromes Mielodisplásicos (25 de octubre), este año 2012, la Asociación de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia, AEAL, ha puesto en marcha una campaña de concienciación bajo el lema Vive. No te limites.