Sarcoidosis: síntomas y tratamiento

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Incluida dentro de la familia de las enfermedades raras, la sarcoidosis es una enfermedad que puede afectar a cualquier órgano. ¿Cuáles son sus síntomas o señales de alerta?, ¿existe un tratamiento definitivo? Estas son algunas de las preguntas a las que vamos a dar respuesta para conocer un poco mejor qué hay detrás del diagnóstico de sarcoidosis.
 
La sarcoidosis no es en absoluto una patología contagiosa. La principal preocupación de los que la padecen es que, a día de hoy, no tiene cura, aunque sí hay tratamientos para combatirla y retrasar su evolución. La sarcoidosis es una enfermedad causada por la inflamación anormal de los tejidos de un órgano, lo que puede afectar a su correcto funcionamiento. Puede afectar a uno o más órganos al mismo tiempo, localizándose sobre todo en los pulmones, piel, corazón, ganglios linfáticos, hígado, ojos, nervios o cerebro.
 

Sarcoidosis: síntomas

Los síntomas más comunes de la sarcoidosis (reconocida como enfermedad rara) son episodios de fiebre, aparición de úlceras en la piel, falta de aire al respirar, dolor articular, dolor en el pecho, fatiga, tos seca y pérdida de peso. Síntomas que, lógicamente, dependerán del órgano afectado.
 
Se desconoce cuál es su origen, aunque no se descarta que pueda haber un fuerte componente genético en su aparición, provocando una respuesta anómala del sistema inmunológico. De igual manera, la sarcoidosis no tiene un patrón fijo, ya que en algunos casos puede aparecer de manera brusca y en pocas semanas mostrar síntomas evidentes. En otros, puede ser asintomática en sus primeras fases y evolucionar lentamente, durante meses o, incluso, años. Cuando aparece de manera repentina el tratamiento suele ser más efectivo, logrando que los síntomas remitan. En el segundo caso, el paciente corre el riesgo de que la patología se convierta en crónica.
 

Sarcoidosis: diagnóstico

Es importante diagnosticar la sarcoidosis para aplicar el tratamiento adecuado, sobre todo si está afectando al funcionamiento de algún órgano. Además del examen físico del paciente, también se realizan otras pruebas específicas para determinar cuál es el órgano afectado (por ejemplo una prueba de rayos X cuando se sospecha, por los síntomas, de una sarcoidosis pulmonar), así como una revisión del historial médico y familiar del paciente.
 

Sarcoidosis: tratamiento

La sarcoidosis no siempre requiere tratamiento, ya que en algunos casos remite tal y como apareció. No obstante, debe ser el médico el que determine si es necesario o no administrar determinados medicamentos. De igual manera, cuando se habla de fármacos, conviene recordar que debemos hacer un uso responsable de ellos, es decir, seguir las indicaciones del médico para que el tratamiento resulte efectivo (dosis, duración, tomas).
 
Los tratamientos actualmente disponibles permiten aliviar los síntomas y retardar su evolución. En algunos casos, además de tratar la inflamación, también hay que reducir las lesiones provocadas en el órgano afectado. Los fármacos más utilizados en el tratamiento de la sarcoidosis son los corticosteroides (prednisona, el más común), Metotrexato (suele utilizarse combinado con los anteriores), Infliximab (Remicade), Azatioprina, hidroxicloroquina, ciclofosfamida, clorambucilo y pentoxifilina. La mayoría de los fármacos son inmunosupresores. Es aconsejable acompañar el tratamiento con una dieta adecuada y que ayude a fortalecer nuestras defensas. En caso de sarcoidosis, especialmente pulmonar, se debe dejar el tabaco.

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