El menisco es un cartílago localizado en el interior de la articulación de la rodilla, y cuya función es soportar parte de la carga que recibe esta articulación, así como asegurar la estabilidad de la rodilla. En términos anatómicos, hay dos meniscos en cada rodilla, el interno (con forma de C) y el externo (con forma de media luna), y que actúan como una especie de cojinete entre la tibia y el fémur reduciendo la fuerza ejercida por el peso corporal transmitida desde el muslo hasta la pierna. La rotura del menisco se puede producir de diversas formas y por diferentes causas.
Causas
Aunque definida como resistente y elástica, las lesiones meniscales y, en concreto, las roturas de menisco, se pueden producir a cualquier edad, si bien antes de los 30 suelen deberse a una lesión por torsión de rodilla y generalmente relacionada con la práctica de algún deporte de alta intensidad.
El envejecimiento es un factor de riesgo a tener en cuenta a medida que nos hacemos mayores, porque el menisco se debilita y pierde resistencia, lo que se traduce en mayores posibilidades de sufrir algún traumatismo menor al realizar un movimiento cotidiano como, por ejemplo, levantarse desde una posición de cuclillas.
Tipos de rotura
El dolor y la inflamación de rodilla son los síntomas más comunes de las lesiones de menisco, si bien la rotura puede ser de varios tipos:
- Rotura en asa de cubo o cuando se produce un desgarro del borde interior.
- Rotura degenerativa
- Rotura por desprendimiento de un colgajo de su borde libre
Tratamiento y recuperación
Mitigar el dolor de la articulación (más intenso al caminar) y la inflamación de rodilla es el primer paso del tratamiento. Además de ser aconsejable utilizar muletas para caminar, manteniendo la rodilla en reposo, otro remedio eficaz es aplicar hielo y colocar un vendaje elástico para comprimir la zona lesionada. El médico puede prescribir algún fármaco antiinflamatorio no asteroideos y medicamentos para eliminar el dolor. Cuando se produce rotura de menisco no siempre cicatriza por sí solo, siendo común tener que recurrir a la cirugía, sobre todo si los síntomas no remiten. En los casos de rotura, cuando es lo bastante grande puede producir un bloqueo o incapacidad para extender la rodilla por completo. Cirugía que, hoy en día, se practica generalmente mediante artroscopia, una pequeña incisión en la rodilla para reparar la zona dañada del menisco.
En ningún caso, sobre todo debido a lo molesto de los síntomas, se debe subestimar la rotura o lesión de menisco, ya que puede tener consecuencias a largo plazo. Así, el roce continuo del menisco roto con el cartílago articular puede producir desgaste, fragmentación y degeneración de la articulación. En la rodilla puede acumularse líquido sinovial, volviéndose tensa y rígida.
También es aconsejable, siempre siguiendo las recomendaciones del fisioterapeuta, realizar ejercicios para fortalecer la musculatura de la rodilla y, en el caso de someterse a cirugía, hacer ejercicios de rehabilitación para mejorar la movilidad de la rodilla operada y reducir el dolor.
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