El carácter no se puede cambiar, pero sí se puede sacar el máximo partido a nuestros puntos fuertes con el objetivo de sentirnos mejor con nosotros mismos y, por tanto, lograr el equilibrio emocional indispensable para afrontar los retos de la vida con serenidad, confianza y seguridad. Descubrir nuestro carácter implica un ejercicio de sinceridad con nosotros mismos, no valen las excusas si de verdad queremos encontrar nuestro camino y saber quiénes somos realmente y qué queremos conseguir. Existen cuatro tipologías en las que se pueden englobar la mayoría de caracteres. Eso sí, conviene recordar que cada uno de nosotros es único, con sus fortalezas y sus debilidades. Fue Hipócrates el que formuló por primera vez esta teoría que, con modificaciones, sigue vigente. ¿Qué tipo de carácter eres?
Tipos de carácter
Optimistas y felices, las personas de esta tipología son de carácter alegre, extrovertido y habladoras. Rehuyen de la soledad y les gusta sentirse el centro de atención. Son personas sensibles y de buen corazón. Su punto débil es que tienden a ser desorganizadas e indisciplinadas. Conocerse mejor les ayudará a controlar las emociones y a reflexionar antes de tomar una decisión precipitada.
Personas activas, con madera de líderes y decididos. Suelen ser personas de carácter fuerte, seguros de sí mismos y con los objetivos muy claros. Son personas de gran fortaleza que superan las adversidades, aunque como punto débil hay que señalar que les cuesta reconocer sus errores y pueden mostrarse poco pacientes. Cuando aprenden a canalizar la energía son capaces de conseguir lo que se propongan. También conviene que moderen sus cambios de humor.
Personas sensibles, introvertidas y, en especial, muy creativas. Como amigos, son fieles y leales, siempre dispuestos a ayudar. Su punto débil es que con frecuencia se dejan llevar por los pensamientos negativos, sobre todo si no se sienten motivados. Tienden a sufrir cambios de humor bruscos.
De buen carácter y sentido del humor, es difícil que pierdan la paciencia o se alteren. Tienden a ser compasivos y a no expresar mucho sus sentimientos, y les suele costar mucho tomar decisiones. Bajo presión pueden volverse indecisos, pero como punto fuerte hay que señalar que cuando encuentran la motivación no dudan en salir de su zona de confort. Un buen estímulo les ayuda a ser más activos y emprendedores.
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