La OMS reconoce el trastorno por videojuegos como una enfermedad mental, una dependencia excesiva que ya se conocía como una de las nuevas adicciones sin sustancias, junto con la adicción a las redes sociales y a las nuevas tecnologías. Un reconocimiento por parte de la OMS (Organización Mundial de la Salud) que llega con la inclusión de este nuevo trastorno en la próxima edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11), y que no se había actualizado desde el año 1992. Una herramienta utilizada por investigadores y médicos de todo el mundo para el diagnóstico de enfermedades.
La OMS, que apunta que el trastorno por videojuegos es extensivo a los juegos digitales, subraya también que el patrón de comportamiento debe ser lo suficientemente grave como para provocar un deterioro significativo, así como haber transcurrido al menos 12 meses para asignar un diagnóstico, salvo en los casos en los que los síntomas sean graves.
El uso y abuso de las nuevas tecnologías ha dado lugar a un intenso debate sobre si pueden generar trastornos patológicos, e incluso han surgido nuevos patrones de comportamiento adictivo a los que ha habido que poner nombre, como padecer like adiction o vamping entre los más jóvenes.
Sólo en nuestro país, el 18% de la población de adolescentes y jóvenes de 14 a 18 años usa de manera abusiva las nuevas tecnologías, lo que también ha llevado a incluir la adicción a los videojuegos en la primera Estrategia Nacional de Adicciones 2017-2024. A nivel mundial, la decisión de la OMS supone un apoyo firme en la dirección de tratar el trastorno por viodejuegos como un trastorno mental.
Atendiendo a los criterios establecidos por la OMS, se considera que el trastorno puede haber derivado en una enfermedad mental cuando se produce una pérdida de control sobre el juego, llegando a perder la noción del tiempo que dedica al videojuego y a no ser capaz de controlar su comportamiento.
El videojuego pasa a ser la primera, y casi exclusiva, prioridad para quien padece este trastorno o dependencia adictiva. Cualquier otro interés vital o actividad diaria pasa a segundo plano, y pese a que el deterioro físico y emocional sea evidente, la persona afectada querrá seguir jugando a pesar de las consecuencias negativas. Aunque la mayoría de las personas que juegan a videojuegos no tienen ningún problema, si notamos el menor síntoma de dependencia al móvil o a cualquier otro dispositivo tecnológico, conviene actuar y si es necesario pedir ayuda profesional.
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