El miedo a enfermar puede llegar a ser avasallador y muy limitante en la vida de las personas que sufren de este trastorno
Cuando la preocupación se convierte en obsesión y cada pequeño síntoma parece indicar una grave enfermedad, estamos hablando de hipocondría.
En ocasiones, es normal preocuparse por nuestra salud. Es una respuesta humana y comprensible a la fragilidad de la vida. Sin embargo, cuando esa preocupación se convierte en una obsesión, cuando cualquier sensación física se interpreta como un signo de enfermedad grave, estamos frente a la hipocondría.
Un Problema Psicológico Ampliamente Extendido
La hipocondría afecta a un considerable porcentaje de la población mundial, estimándose que entre un 6% y un 10% de las personas la padecen. Este trastorno psicológico se ha vinculado estrechamente con la depresión en diversos estudios.
Aunque no se conoce una causa exacta para la hipocondría, se ha observado que algunas personas son más propensas a desarrollarla que otras. Algunos factores que pueden predisponer a la hipocondría incluyen:
1. Factores Genéticos: Se ha confirmado que este problema afecta a menudo a personas de una misma familia. Los miembros de estas familias tienden a interpretar cualquier sensación física como una enfermedad, lo que sugiere una predisposición genética.
2. Experiencias Pasadas: Si la persona o un familiar cercano ha tenido una enfermedad grave en el pasado, esto puede generar un temor exagerado a enfermar. La pérdida de un ser querido también puede contribuir a la hipocondría.
3. Crianza Sobreprotectora: Crecer con padres sobreprotectores que convierten cualquier problema de salud menor en algo preocupante puede hacer que los niños, cuando se convierten en adultos, no sepan cómo gestionar emociones como la ansiedad o el miedo.
Afrontando el Miedo a Enfermar
La hipocondría puede ser angustiante para quienes la padecen, pero existen estrategias para afrontarla.
Redirigir la atención lejos del cuerpo puede ayudar a controlar los síntomas de la hipocondría. Planificar actividades sociales, jugar con los niños o mantenerse ocupado en el trabajo son formas efectivas de hacerlo. Es esencial que los pacientes busquen evaluación médica para descartar cualquier enfermedad física. Una vez confirmado que no hay problemas de salud graves, es fundamental que se sientan comprendidos y atendidos.
En algunos casos, los medicamentos, especialmente los ansiolíticos, pueden ser beneficiosos para controlar la ansiedad y los comportamientos obsesivos relacionados con la hipocondría. Además, es importante entender que no todo está bajo nuestro control. Algunas situaciones escapan a nuestra influencia, y aprender a aceptar esto puede ayudar a evitar temores infundados.
Sobre ciertas prácticas efectivas, la meditación, la respiración profunda y el taichí son técnicas que pueden ayudar a reducir la ansiedad y el estrés relacionados con la hipocondría. Recordar que, en la mayoría de los casos, las sospechas de enfermedad resultan ser falsas alarmas puede ayudar a calmar los temores. Las personas optimistas tienden a tener sistemas inmunológicos más fuertes y son más resilientes ante las dificultades y enfermedades.
