Masajes: ¿Cuál necesitas? Con las manos como herramienta, y una terapia para cada síntoma. El masaje es una antigua terapia que nos ha acompañado desde hace siglos, una alternativa para mitigar molestias específicas. Entre otros, los masajes nos ayudan a liberar tensiones, rebajar la ansiedad, eliminar toxinas y recuperar flexibilidad. ¿Cuál es el más recomendable? Vamos a detenernos en cinco tipos de masajes, en sus características y en los efectos que podemos conseguir con ellos.
Los masajes nos ayudan a prevenir y a mejorar malestares o dolencias físicas, ocasionales o duraderas, no solo en la zona directamente afectada, sino que sus beneficios son extensivos al resto de nuestro organismo. Los masajes comparten una característica, y es que las manos de los especialistas se convierten en la principal herramienta de trabajo. Masajes que pueden ayudar a aliviar síntomas como el estrés y la ansiedad o la rigidez muscular, entre otras dolencias. Hay diferentes tipos de masajes, cada uno de ellos adaptado a los síntomas que presentemos. Nos centramos en cinco tipos de masajes:
- Masaje circulatorio: Está especialmente recomendado en los casos en los que sea necesario activar el flujo sanguíneo. El masaje circulatorio ayuda a liberar toxinas del organismo.
- Drenaje linfático: Mediante técnicas precisas, el drenaje linfático estimula el flujo de la linfa.
- Masaje estético: Este tipo de masaje aúna técnicas circulatorias, modeladoras y sedativas. Es aconsejable para tratar alteraciones o defectos del cuerpo, generalmente relacionadas con acumulación de grasas.
- Masaje sedativo: Ayuda a armonizar nuestro sistema nervioso, favoreciendo la relajación muscular y ayudándonos a recuperar el equilibrio físico y emocional.
- Descontracturante: Cuando se actúa sobre uno o varios músculos contracturados. Generalmente se realiza durante un masaje de relax o estético.
Masajes: Fisioterapeuta, masajista o quiropráctico
Se ocupan tanto de las técnicas más generales de masaje como de otras más específicas. ¿En qué se diferencian? El fisioterapeuta se centra en la prevención, curación y paliación de los trastornos musculoesqueléticos y posturales, debiendo acudir a él en caso de un problema óseo o muscular, como puede ser la tendinitis, artrosis, lesiones deportivas o después de hacer una actividad o esfuerzo importante, y también en los casos de dolor de espalda. Ayuda a prevenir malas posturas, uno de los factores de riesgo de las dolencias musculares.
Por su parte, el masajista se centra más en aliviar la ansiedad, la tensión y la ansiedad, así como reducir la presión sanguínea y liberar toxinas del organismo. Por último, aunque no por ello menos importante, el quiropráctico se ocupa principalmente del tratamiento de problemas de la columna vertebral y de bloqueo del sistema nervioso, favoreciendo al tiempo el bienestar general.
Hay que señalar que, en algunos casos como los dolores de espalda, los masajes aliviarán las molestias, pero este malestar para que desaparezca totalmente debe ir acompañado del cambio de una serie de hábitos, como el evitar las posturas incorrectas y, sobre todo, promover la práctica de ejercicio físico de manera periódica.