La ciencia apunta hacia un nuevo factor que puede interferir en el ciclo menstrual, la contaminación del aire o concentración alta de compuestos tóxicos en el ambiente. Una exposición a altos niveles de contaminación del aire puede retrasar la primera regla en la adolescencia y ser más proclives a tener ciclos menstruales irregulares entre los 14 y los 18 años.
El estudio, realizado por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston y publicado en la revista Human Reproduction, confirma que la contaminación del aire afecta a la actividad hormonal, y regular el ciclo menstrual es precisamente una de las funciones principales de las hormonas femeninas.
Un estudio que arroja nuevas respuestas a cómo afecta la contaminación del aire a la salud. Las partículas en suspensión o materia particulada forman parte de la contaminación del aire y son una mezcla de partículas sólidas y gotas líquidas presentes en el aire, algunas visibles, como el polvo, y otras imperceptibles al ojo.
Estudios anteriores ya habían planteado la relación entre la contaminación del aire y la salud reproductiva femenina, como por ejemplo un mayor riesgo de infertilidad o el síndrome de ovario poliquístico. La particularidad de este estudio es que arroja datos interesantes sobre un factor externo al que cada vez estamos más expuestos, especialmente en las grandes ciudades, la contaminación ambiental, y cómo afecta directamente al ciclo menstrual.
Los investigadores analizaron los datos de los ciclos menstruales de 34.832 mujeres, así como los datos sobre la calidad del aire y los niveles de contaminación del aire registrados por la Agencia de Protección Ambiental (EPA). Las conclusiones fueron que aquellas mujeres que habían estado expuestas a unos niveles mayores de material particulado, durante su adolecencia, eran ligeramente más propensas a tener irregularidades menstruales.
Exposición a la contaminación atmosférica que también se asocia con con un mayor tiempo para conseguir la regularidad menstrual durante la adolescencia y la adultez temprana.
Un estudio que además abre nuevas vías de investigación, como conocer las posibles consecuencias que puede tener la contaminación del aire sobre la salud y función reproductiva de las mujeres a largo plazo. Y, sobre todo, un estudio que pone encima de la mesa un nuevo argumento para preservar la calidad del aire que respiramos y para considerar los niveles de alta contaminación como un problema de salud pública prioritario.
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