¿Sabías que las hormonas pueden tener la respuesta a por qué no conseguimos bajar de peso? Eso sí, de igual manera que algunas hormonas engordan, otras adelgazan. ¿Cuáles son?, ¿cómo influyen en nuestro peso? Y, sobre todo, ¿cómo se regulan a nuestro favor?
¿Por qué no consigo adelgazar pese a estar a dieta?, ¿cómo hemos ganado esos kilos de más sin apenas darnos cuenta? Son dos de las preguntas más frecuentes que, en más de una ocasión, nos hemos hecho al subirnos a la báscula o al probarnos una prenda que, tan solo hace unos meses, nos sentaba a la perfección. La respuesta puede estar en la acción de las hormonas, responsables del funcionamiento de muchos órganos y, por supuesto, intervienen a la hora de mantener nuestro peso. Así, por ejemplo, el exceso patológico de hormonas o su administración (caso de los fármacos corticoides) producen aumento de peso, al igual que el déficit hormonal. Las hormonas, junto a otros factores como la genética o el estilo de vida y alimentación, también están detrás de los problemas de sobrepeso u obesidad. Vamos a ver cuáles son las hormonas que engordan y cuáles las que adelgazan.
Hormonas que engordan
El incremento de cortisol –la denominada hormona del estrés– nos hace ganar peso, al tiempo que también puede hacernos más vulnerables a acumular grasa en la zona abdominal. De hecho, ante las situaciones de estrés, ansiedad o tensión emocional tendemos a comer alimentos más calóricos o grasos.
Por su parte, el descenso de la hormona del crecimiento –hormona GH– está relacionada con un aumento de grasa corporal. Y la hormona del hambre –la grelina– con el incremento de peso a largo plazo y con el efecto rebote –ganar más peso del perdido tras dejar la dieta-. De hecho, la concentración de esta hormona en la sangre se eleva antes de las comidas y va disminuyendo a medida que llenamos el estómago.
No hay que olvidar unas hormonas que juegan un papel esencial en el metabolismo. Son las hormonas tiroideas. Cuando su actividad se ralentiza, quemamos muchas menos calorías, por lo que ganamos peso sin motivo aparente. También pueden aparecer otros síntomas delatores de un problema con estas hormonas, como es el sentir más fatiga o incluso frío.
Para equilibrar las hormonas que engordan el mejor aliado es el ejercicio físico, ya que al practicar deporte nuestro organismo libera endorfinas, las hormonas del bienestar, ayudan a regular el cortisol y el estrés a raya. Para activar las glándulas tiroides, comer con moderación pescado azul, mariscos y algas, ricas en yodo.
Hay otras hormonas que más que engordan provocan hinchazón o retención de líquidos. Son los conocidos estrógenos. En el caso de la mujer, la retención de líquidos es más frecuente en la segunda parte del ciclo menstrual, por lo que se aconseja moderar el consumo de sal, reducir las grasas y tomar más verduras y alimentos integrales (pan, pasta, cereales).
Hormonas que adelgazan
La leptina es la hormona responsable de regular la ingesta de alimentos, es decir, se encarga de avisar al cerebro de que ya hemos tomado la suficiente cantidad de energía para seguir funcionando. Por lo tanto, partiendo de esta premisa, cuanto más alto sea el nivel de leptina menos sensación de hambre tendremos. Sin embargo, como desvelan los expertos en nutrición y metabolismo, se da la circunstancia de que en el caso de las personas con problemas de obesidad su organismo tiene una mayor resistencia a estas hormonas.
Otras dos hormonas que nos ayudan a regular la sensación de apetito son las denominadas PYY y la GLP1. La primera la libera el intestino después de las comidas, y la segunda provoca, al instante de comer, la secreción de insulina para regular el azúcar en sangre.
Para activar las hormonas que nos ayudan a adelgazar los consejos básicos son cuidar el descanso –dormir al menos 8 horas- y apostar por alimentos como verduras, pescado, legumbres y aceite de oliva. Es importante incluir proteínas en cada comida para mantener equilibrados los niveles de estas hormonas. Para controlar la glucosa en sangre, es aconsejable moderar el consumo de azúcares refinados y evitar las grasas que perjudican a los triglicéridos y al colesterol.