Hipertensión: Buenos alimentos y poca sal. Dos consejos básicos para prevenirla. Mantener alejado el salero –los alimentos, sobre todo los preparados, embutidos, quesos o producto enlatados, ya contienen sal- y apostar por una dieta rica en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales nos ayudará no solo a mantener bajo control nuestra tensión, sino también nuestro peso. Y es que no podemos olvidar que los problemas de sobrepeso u obesidad constituyen a su vez un factor de riesgo de la hipertensión, un problema al que debemos prestar atención porque puede conllevar serias consecuencias para nuestra salud.
El consumo de sal –más elevado de lo que aconsejan los especialistas- es uno de los principales enemigos de nuestra tensión arterial. Reducir el consumo de sodio en la dieta ayuda a mantenerla bajo control, siendo recomendable buscar otros sustitutos para aderezar o potenciar el sabor. Además de recordar que el consumo de sal no debe superar, tal y como recomiendan los expertos, los seis gramos al día, también conviene no olvidar que los alimentos ya de por sí contienen sal, en mayor medida los productos preparados. Además, algunos alimentos como los embutidos, quesos o productos enlatados pueden contener más sal de la que pensamos.
A la hora de elegir un producto, conviene mirar el etiquetado. Según la Fundación Española del Corazón, lo más aconsejable es optar por los alimentos con bajo contenido en sodio (menos de 0,5 gramos o 500 mg por cada cien gramos de producto, teniendo en cuenta que 1 gramo de sodio equivale a 2,5 gramos de sal). Tal y como hemos señalado podemos buscar sustitutos a la sal para potenciar el sabor y, de paso, obtener un beneficio extra, como por ejemplo, favorecer el proceso digestivo o mejorar la circulación sanguínea. Es el caso, por ejemplo, de la nuez moscada o el clavo, buenos acompañantes de los platos de verduras. Otra opción, en este caso para el pescado, es el limón y el ajo. Para las carnes, pimienta; y para los caldos, cremas o purés, el eneldo y la nuez moscada.
La proteína vegetal, presente en las verduras y frutas, legumbres y cereales integrales, ejerce un papel protector. Todos estos alimentos nos aportan interesantes nutrientes para mantener nuestro peso ideal y para cuidar nuestra tensión. Es aconsejable evitar el alcohol, el cual como sabemos es rico en calorías vacías que ayudan a ganar peso.
Otro buen aliado de nuestra tensión son los frutos secos. Entre sus muchas propiedades, son ricos en ácidos grasos monoinsaturados (almendras, avellanas, nueces).
Ejercicio físico, descanso y sol
¿Qué tienen en común? Practicar ejercicio físico de manera regular, al igual que un buen descanso y la vitamina D que nos aporta directamente el sol es beneficioso para cuidar nuestra tensión. La vitamina D, en concreto, aumenta la elasticidad de las arterias, lo que ayuda a reducir los riesgos de hipertensión. Basta con tomar el sol unos minutos al día, sin olvidar la lógica protección de la piel la cual no debemos descuidar ni en verano ni en invierno. En cuanto al ejercicio físico, desde el ejercicio más natural, caminar, hasta practicar yoga nos reportará interesantes beneficios a nuestra salud y a nuestra tensión. El ejercicio físico mejora la frecuencia cardiaca, ayuda a controlar el peso y ello revierte en una buena salud arterial.
Por último, el descanso y el sueño reparador ayuda a liberar hormonas que rebajar la presión sanguínea. De hecho, algunos estudios, entre ellos el realizado por la Asociación Americana del Corazón, apuntan a que dormir menos de siete horas puede aumentar hasta un 80% los riesgos de padecer hipertensión.
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