Recurrir al himen artificial como una desesperada solución para esconder el deshonor que en algunos países, como en el mundo árabe, atribuyen a la pérdida de la virginidad femenina fuera del matrimonio, incluso cuando la mujer ha sido víctima de violación. Himen artificial que se vende como kit en Internet por menos de 20 euros.
El himen falso, que en realidad es un invento chino creado como juguete erótico, esconde una forma más de violencia sexual hacia la mujer, presente en todos los países, por el mero hecho de serlo. La gran mayoría de mujeres que recurren al himen artificial, al igual que a la operación quirúrgica para la reconstrucción del himen, lo hace motivada por el rechazo o repudio familiar o para evitar los castigos que algunas culturas imponen por la pérdida de la virginidad.
El himen femenino es el tejido que rodea la abertura de la vagina y cuya función biológica de protegerla concluye en la adolescencia. Sin embargo, culturalmente el himen tiene un significado más arraigado y que en algunas culturas contribuye a mantener el poder sobre el cuerpo de la mujer.
¿Qué es el himen artificial?
El himen artificial no es más que una cápsula de plástico que contiene sangre falsa y que se coloca en el interior de la vagina para que con el propio calor corporal y las secreciones vaginales se vaya derritiendo. Un producto que simula la pérdida de sangre al producirse la penetración.
Tal y como desveló el periódico francés Le Monde, el kit de himen artificial se puede adquirir también de forma clandestina en tiendas de Casablanca, en Marruecos. Y no es una mera casualidad, sino todo lo contrario. Y es que el Código Penal de este país penaliza con hasta un año de cárcel las relaciones sexuales extramatrimoniales. De hecho, está considerado un pecado capital, por lo que también suele llevar implícito el desprecio o rechazo familiar. Eso sí, son las mujeres, y no los hombres, los que tienen que asumir la responsabilidad de salvaguardar el honor de la familia.
Esto ha provocado que las mujeres de las familias más conservadoras recurran al himen artificial, una solución más económica que la cirugía pero que, en ningún caso, evita el engaño de mitificar la virginidad hasta extremos que vulneran los derechos de la mujer.