Tan incómodo y molesto como antiestético y hasta doloroso. El herpes labial es una de las dolencias bucales más frecuentes, por lo que conviene saber cómo actuar para prevenirlo y, sobre todo, para evitar el contagio. El herpes labial se puede contagiar con un gesto tan cotidiano como un beso o al compartir determinados objetos, como las toallas del baño. El herpes labial puede producir dolor y tarda en desaparecer entre cinco y siete días. Vamos a ver más detenidamente cuáles son los factores de riesgo que propician su aparición y las soluciones para aliviarlos y hacerlos desaparecer más rápidamente.
El herpes labial, junto a las llagas o la candidiasis, son una de las lesiones o irritaciones bucales más frecuentes, aunque en este caso aparecen fuera de la boca, en concreto en los labios. No solo se trata de una dolencia a tratar, sino de prevenir para evitar el contagio. Una de las premisas básicas es que, cuando aparece el herpes, no hay que romper nunca las ampollas que se forman en la piel, ni rascar las costras. Ante la aparición del herpes, conviene seguir una serie de consejos sobre limpieza de la zona afectada –la parte exterior de los labios-, la protección y la prevención del contagio. El herpes labial, de color rojizo, puede causar dolor, ardor y picor en la zona afectada e incluso alrededor.
Herpes labial: limpieza
Lo más aconsejable es utilizar un jabón antiséptico. Mézclalo con agua y lava las ampollas para evitar la diseminación del virus a otras zonas de la piel. Para calmar el dolor del herpes podemos aplicar un poco de hielo, un remedio sencillo y eficaz.
Herpes labial: protección
Es recomendable, entre las medidas preventivas e higiénicas, proteger los labios con productos que incluyan en su composición óxido de zinc. Los bálsamos labiales o protectores solares que lo incluyen previenen futuros brotes.
Herpes labial: prevención
Conocer las causas que provocan su aparición es importante para tomar las medidas preventivas necesarias. El estrés, la tensión emocional, el cansancio o gestos como el morderse continuamente los labios pueden ser el origen del herpes labial. También puede aparecer ante una infección con episodios de fiebre o por una exposición prolongada al sol sin la debida protección. El tratamiento con algunos fármacos (inmunosupresores) también favorece su aparición. Si a los diez días el herpes labial persiste conviene consultar de nuevo al médico.
Aunque sintamos la tentación, nunca debemos tratar de romper las ampollas que se forman en la base del herpes, ni tampoco rascar las costras, ya que podría quedar una cicatriz. Un remedio eficaz es aplicar sobre la zona, y durante unos minutos, una bolsita de té.
Tal y como hemos señalado, el herpes labial, a diferencia de otras lesiones bucales, sí es contagioso. La forma más común de transmisión es a través de un beso u otro contacto físico, o si compartimos algunos utensilios o prendas, como las toallas de baño. Es importante cuidar la higiene dental, cambiando el cepillo de dientes al detectar la aparición del herpes, ya que puede contener virus.
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