Glaucoma: 50% de casos sin diagnosticar. El glaucoma es una patología degenerativa, considerada como la principal causa de pérdida de visión a partir de los 40 años. Una enfermedad que se puede y se debe prevenir, sin embargo, al cursar en algunos casos sin dolor, no siempre le prestamos la debida atención a los síntomas iniciales y que nos avisan de que algo no va bien. Arranca la Semana Mundial del Glaucoma (hasta el día 16), coincidiendo con la celebración este martes del Día Internacional. Una semana para hacer visible la enfermedad del glaucoma y concienciar sobre la importancia de la prevención en la salud visual.
Una sencilla prueba permite diagnosticar en, apenas unos minutos, si los síntomas, como el aumento anormal de la presión intraocular, responden a un glaucoma, una patología del nervio óptico. Cuando los niveles elevados no se tratan y se mantienen en el tiempo, pueden derivar en severos daños en los nervios ópticos y en la pérdida de capacidad para transmitir las imágenes al cerebro (ceguera). Estamos ante una enfermedad de los ojos degenerativa, cuyos síntomas, si no se tratan, pueden ser causa de pérdida de visión y ceguera. Síntomas a los que, al poder cursar sin dolor, no les prestamos la debida atención. Esto, según datos de la Organización Mundial de la Salud, OMS, se traduce en que aproximadamente el 50% de los pacientes con glaucoma no cuenten con un diagnóstico. Una patología a la que son más vulnerables las personas con diabetes o miopía. La edad también es un factor de riesgo, sobre todo a partir de los 50, aunque también puede presentarse a cualquier edad, incluida la infancia (predisposición genética).
La prevención pasa por conocer las situaciones de riesgo y por realizar revisiones periódicas de los ojos. Tal y como señalan los ópticos-optometristas, con una sencilla prueba que consiste en medir la tensión del ojo se puede saber si hay riesgo de glaucoma. Si los resultados confirman el diagnóstico, el óptico derivará al paciente al oftalmólogo para realizar pruebas más precisas y, a partir de ahí, prescribir el tratamiento adecuado.
Tal y como explican los especialistas, hay varios tipos de glaucoma, siendo los más frecuentes el crónico simple y el agudo. En el primer caso, la enfermedad cursa sin dolor y sin síntomas externos, por lo que el paciente puede estar teniendo problemas de visión sin saber el motivo. En estos casos, se produce una pérdida progresiva del campo visual, hasta que el paciente solo es capaz de percibir las imágenes por la zona central.
Por su parte, el glaucoma agudo sí incluye al dolor entre sus síntomas, en concreto, un dolor repentino y muy intenso, localizado tanto dentro como en el entorno del ojo. El glaucoma agudo puede provocar una pérdida brusca de visión y llegar acompañado de náuseas o vómitos. En este caso, se requiere una atención de urgencia.
Tal y como hemos señalado, el glaucoma puede aparecer entre los más pequeños, incluido los bebés. Esto sucede por predisposición genética. En este caso, tal y como explican los especialistas, hay una serie de síntomas o señales que nos pueden alertar de la presencia o riesgo de glaucoma en el bebé. Señales como mayor sensibilidad a la luz (el bebé cierra los ojos), lagrimeo, cambio de coloración o incremento del ojo. En el caso de apreciar alguno de estos síntomas, se aconseja consultar de manera inmediata al pediatra y al oftalmólogo para confirmar o descartar un riesgo de glaucoma.
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