¿Te fías de tus recuerdos? Quizá no deberías, porque lo cierto es que hay argumentos, avalados por diversos estudios científicos, que constatan que no conviene creer todo lo que recordamos, y de hecho, podemos llegar a custodiar en nuestra memoria recuerdos que en realidad nunca sucedieron. También hay que tener en cuenta otro dato curioso, y es que recordamos aquello que más nos interesa. Si te asalta la duda sobre lo que el cerebro realmente almacena como recuerdo, te interesa seguir leyendo para descubrir cuáles son los errores en los recuerdos y las 3 razones por las que nos pueden fallar.
Relatar recuerdos que no han sucedido
Julia Shaw, psicóloga forense de la Universidad de Bedfordshire (Reino Unido) y especializada en ciencia de la memoria, defiende la teoría, constatada con uno de los mayores estudios realizados en este campo (Constructing Rich False Memories of Comitting) y publicado en revista Psychological Science, de que la memoria se puede alterar hasta el punto incluso de llevar a una persona a confesar un delito que no ha cometido. En el estudio realizado con jóvenes de edades comprendidas entre los 18 y los 31 se les persuadió de que habían cometido un delito cuando eran menores. Los resultados fueron sorprendentes, porque 7 de cada 10 no solo dijeron haberlo cometido cuando fueron posteriormente fueron entrevistados, sino que llegaron incluso a dar detalles que, en realidad, nunca habían ocurrido.
Unos años antes, Elizabeth Loftus, experta en el funcionamiento de la memoria, realizó un experimento en el que convenció a un 25% de los participantes de haberse perdido siendo niños en un centro comercial. En 2002 hizo una prueba similar convenciendo a la mitad de los participantes en un nuevo experimento sobre los falsos recuerdos que puede crear la memoria de que habían volado en globo durante su infancia. Lo hizo a través de fotografías manipuladas.
Memoria selectiva
Los recuerdos negativos tendemos a borrarlos, o al menos a arrinconarlos en la memoria. Y es que otra de las particularidades de la memoria es que es selectiva, lo que puede llevar a recordar las cosas como nos interesan. El mejor ejemplo lo tenemos en una encuesta que se realizó en la década de los años 60 del siglo XX y en la que se preguntaba a hombres y mujeres qué porcentaje de las tareas domésticas realizaban. Curiosamente unos y otros aseguraban hacer 7 de cada 10 tareas.
Los recuerdos inventados son más fuertes
Los recuerdos de cosas que hemos imaginado pero que, en realidad no hemos vivido, pueden llegar a fijarse con más intensidad en la memoria que los reales. Esto puede llevar incluso a superponerse y a tener dificultades para distinguir entre unos y otros. Un estudio publicado en Psychological Science puso el punto de mira precisamente en este aspecto, y en la capacidad de la imaginación para hacernos confundir la realidad.
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