Enterovirus: síntomas, causas y tratamiento

Los enterovirus son virus muy frecuentes y que, en la mayoría de los casos, solo conllevan leves síntomas. Dentro de esta familia de microorganismos encontramos más de de cien serotipos que, especialmente en épocas como primavera o verano, pueden provocar infecciones respiratorias, con síntomas similares a una gripe, o trastornos gastrointestinales de carácter leve.

Por otro lado, aquí también se incluye el virus de la polio. Generalmente, los niños son más proclives a este tipo de infecciones, debido en gran medida a que todavía no están inmunizados. ¿Cuáles son los síntomas que nos deben hacer sospechar?, ¿cuál es el mejor tratamiento?, ¿qué podemos hacer para prevenir la infección?

Síntomas

Los enterovirus tienen dos vías de transmisión, por vía oral-fecal y a través de las secreciones respiratorias (estornudos, tos, mucosidad…). Malestar general, fiebre leve, congestión nasal, estornudos o molestias digestivas son algunos de los síntomas más comunes de los enterovirus, a los que también se pueden sumar la aparición de llagas en la boca o erupaciones cutáneas. Los denominados enterovirus no polio pueden ser responsables de un buen número de enfermedades comunes, como resfriado común, faringitis, gastroenteritis, diarrea o dolor abdominal.

Sin embargo, en un porcentaje pequeño de casos, también pueden estar detrás de trastornos más serios como meningitis aséptica o, en casos más graves, de una encefalitis o mielitis (afecta a la medula espinal). Actualmente, el A71 y el D68 están considerados como los serotipos que más riesgos entrañan para la salud. Tal y como aconsejan los expertos, sobre todo en el caso de los niños, los síntomas por los que se debe consultar al médico cuanto antes son somnolencia, temblores, decaimiento o síntomas neurológicos que vayan acompañados de fiebre.

Tratamiento

No existe una vacuna específica para prevenir el enterovirus, pero sí podemos adoptar algunas medidas preventivas esenciales, como lavarse las manos a menudo y, sobre todo, después de cambiar los pañales al bebé o ayudar al niño en el baño. Al toser o estornudar, conviene taparse la boca y la nariz para evitar esparcir los virus, y el pañuelo no reutilizarlo.

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