Hay ciertas enfermedades que se contagian en piscinas, playas y lagos y a las que no debemos subestimar, porque el agua puede ser un foco de infección invisible si no se adaptan una medidas de prevención básicas. No solo el estado del agua puede ser un factor de riesgo para la salud, también otros factores externos como los ambientes húmedos y mal higienizados.
Las enfermedades transmitidas por el agua están causadas por las bacterias o gérmenes que entran en contacto con el organismo al tragar, respirar o tocar las aguas contaminadas de piscinas, lagos, ríos o parques acuáticos. La otitis, las infecciones urinarias y las infecciones intestinales son las más comunes. Para zambullirse en el agua sin riesgos conviene conocer como prevenirlas.
Las enfermedades producidas por el agua, tanto de piscina, como de río o de mar, ante la presencia de gérmenes, afectan sobre todo a la piel, ojos y oídos.
El cloro del agua puede provocar irritaciones en la piel, sobre todo cuando hay un exceso. Como prevención, conviene pasar por la ducha antes y después de salir del agua.
El conocido como granuloma de las piscinas es una infección bacteriana que aparece en las rodillas y codos. Se produce cuando el agua contiene la bacteria Micobacterium marinum, que puede penetrar a través de algún corte o herida en la piel.
Los hongos en los pies son las infecciones en la piel más comunes, hongos que crecen en ambientes húmedos o contaminados. Como medidas preventivas, evitar andar descalzos en espacios como los vestuarios de las piscinas, secar bien los pies al salir del agua y no compartir toallas o bañadores.
Diarrea, vómitos y fiebre son los síntomas más comunes de las infecciones intestinales causadas por un nivel de cloro del agua demasiado bajo, lo que favorece la proliferación de gérmenes en el agua.
El color o la sal del agua pueden causar irritación, sequedad o enrojecimiento de los ojos. El color, junto con algunos gérmenes presentes en el agua, puede causar conjuntivitis. Para evitarlo, protege los ojos con unas gafas de agua.
Pasar demasiado tiempo en el agua y no secarse bien los oídos con una toalla aumenta el riesgo de padecer otitis, infección del oído externo, y que causa dolor, sensación de taponamiento, picor y ligera pérdida de audición.
La cistitis, infección bacteriana del sistema urinario, es una de las molestias más comunes en verano. Escozor, dolor o irritación son los síntomas más comunes. La humedad excesiva favorece su aparición, por lo que conviene evitar permanecer mucho tiempo con el bañador húmedo, utilizar bañadores que impidan a la piel transpirar.
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