Ejercitar las abdominales no solo tiene una función estética, sino de salud, ya que son uno de los ejercicios más eficaces y útiles para combatir el dolor de espalda y las enfermedades respiratorias. Te contamos cómo te ayuda esta actividad física a mejorar el cuidado de tu salud.
Hacer abdominales no solo es un ejercicio muy eficaz para conseguir, por ejemplo, un vientre plano y para tonificar nuestros músculos. Y es que el ejercicio físico no solo tiene beneficios estéticos, sino saludables. Así, por ejemplo, los abdominales vienen muy bien para prevenir los problemas de espalda y algunas que otras dolencias.
Los abdominales son músculos que contribuyen a la respiración, por lo que ayudan a evitar y a tratar determinadas enfermedades respiratorias, especialmente durante la recuperación, ya que al ejercitar estos músculos contribuimos a reducir la tensión o el sobreesfuerzo del resto. Los abdominales también contribuyen a la estabilización de la columna lumbar, evitando problemas como el dolor lumbar, lordosis o escoliosis. Imaginemos que nuestro cuerpo está dividido en dos mitades: la parte delantera y trasera. De igual manera que en la zona trasera puede aparecer una curva muy pronunciada, como en el caso de la hiperlordosis, en la zona delantera también puede resultar un vientre prominente. Para evitar estos problemas una de las premisas es corregir las posturas, así como realizar ejercicio físico para contribuir a mejorar el bienestar.
Abdominales: consejos para su realización
A continuación vamos a ver algunos consejos útiles para la realización de los ejercicios que ayudan a desarrollar los músculos abdominales, sin el riesgo de causar daños o tensiones innecesarias en otras zonas del cuerpo.
Empezamos tumbándonos sobre una superficie dura, mirando hacia el techo. Doblamos las piernas haciendo un ángulo de 90 grados y también las rodillas. Imagine que coloca un plato sobre las piernas, a modo de bandeja, y extienda sus piernas ligeramente como si tuviera que evitar que el plato se cayera. Entrelazamos las manos por detrás del cuello, en el espacio que se extiende entre las dos orejas. Levantamos la cabeza, apoyando la barbilla en el esternón hasta levantar los omóplatos del suelo. Mantenemos la mirada bien fija en las piernas y evitamos tocar con los omóplatos el suelo.
Para la posición lateral, la colocación es la misma que la descrita para el ejercicio anterior, aunque ahora hay que prestar mucha atención a la barbilla, no debe tocar el esternón y los codos deben estar bien separados. Doblamos el torso, y sin girar el cuello, volvemos lentamente a la posición inicial, trabajando todo el tronco.
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