Aplicar calor o frío es uno de los remedios caseros más conocidos para aliviar determinadas dolencias. Sin embargo, en optar entre uno y otro puede haber grandes diferencias. Vamos a ver cuándo aplicar calor o frío para aliviar el dolor y, sobre todo, cómo aplicarlo de manera correcta.
Es un remedio de la abuela para aliviar el dolor, aplicar calor o frío. Así, por ejemplo, el calor ayuda a reducir los dolores de la regla, mientras que el frío es bueno para aliviar las piernas cansadas o para reducir la inflamación tras un golpe. Es importante saber cuándo se debe aplicar uno u otro, para conseguir que el remedio sea efectivo y no tenga el efecto contrario al deseado.
Dolor: cuándo aplicar frío
El frío tiene un efecto analgésico, por lo que es bueno recurrir a él en caso de lesiones musculares, articulares o de tendones. También es efectivo para mitigar los dolores de cabeza, las migrañas, los esguinces, tendinitis o sencillamente para favorecer la recuperación muscular tras practicar una actividad física intensa.
¿Cuál es el efecto del frío? Su principal efecto es que es un vasoconstrictor, lo que disminuye el aporte sanguíneo a una zona determinada. En el caso de una lesión, evita que se propague. A la hora de aplicarlo, la forma correcta es envolver en una toalla unos hielos, evitando el contacto directo con la piel. También podemos enfriar un antifaz en la nevera, lo que ayuda a calmar el dolor, reducir la migraña y evitar la hinchazón de ojos. Ducharse a una temperatura de 10-12 grados también es bueno para el organismo, especialmente por la mañana y por la noche. No solo aumenta las defensas sino la resistencia a determinadas patologías. Otra interesante opción son los geles fríos, que favorecen el drenaje y liberan, por ejemplo, las piernas.
Dolor: cuándo aplicar calor
El calor tiene un efecto relajante, por lo que es ideal para reducir las molestias de cuello y hombros rígidos. También es recomendable en caso de patologías crónicas, como la artrosis o la tendinitis. Es un remedio eficaz para aliviar los dolores en la zona abdominal y para las lesiones de las articulaciones. Aplicar calor ayuda a reducir los dolores provocados por los espasmos musculares o por la circulación sanguínea lenta (menstruación, mala digestión…).
Actúa justamente al contrario que el frío, es decir, favorece la vasodilatación, aumentan la llegada de sangre a una determinada zona. Para aplicarlo correctamente utiliza una manta eléctrica o la clásica bolsa de agua caliente, eficaz en los casos de dolor de menstruación, dolor de cuello y espalda. Si el problema está en la circulación sanguínea, también se puede recurrir al método de las piedras calientes (se realiza en centros terapéuticos). Otra opción son las almohadillas relajantes que se calientan directamente en el microondas, ideales para aliviar las tensiones y relajar el sistema nervioso.
Dolor: combinar frío y calor
Hay algunos casos en los que se puede combinar el calor y el frío, por ejemplo en el caso de los tobillos hinchados, para favorecer la circulación venosa. También puede ser eficaz en los casos de inflamaciones residuales.
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