La halitosis o mal olor de aliento es una afección dental bastante común. Te enseñamos a atajarla con estos sencillos remedios
Seguro que alguna vez nos hemos dado cuenta. Tal vez porque una persona digna de nuestra más alta confianza nos lo ha reprochado, bien porque nosotros mismos hemos sido testigos, pero la halitosis nos ha visitado a todos en alguna ocasión de nuestra vida. Y lo cierto es que, al contrario que otras dolencias, su tratamiento es bien sencillo y, en la mayoría de casos, suele enterar sus raíces en la misma cuestión.
De hecho, la mayoría de pacientes que sufren halitosis no llevan a cabo una higiene bucal adecuada. Por tanto, cabría esperar que la solución más rápida pasa por cepillarse los dientes más a manudo y de la forma correcta. Las primeras veces pueden emplearse dentífricos con flúor, puesto que este contiene propiedades antibacterianas. La halitosis se produce cuando una miríada de bacterias comienza a anidar debajo de la lengua como producto de una higiene deficiente. Es por eso que el flúor puede convertirse en un gran aliado.
Por otro lado, otro caso de mal aliento, aunque menos común que el anterior, es la acumulación de bacterias en las encías. Ante una mala higiene, las encías pueden retraerse, dejando los dientes al descubierto para que sean atacados a placer por unidades bacterianas. En estos casos, un cepillado exhaustivo podría no ser suficiente para erradicarlas y el paciente debería concertar una cita con el periodoncista o especialista en encías.
En cualquier caso, lo mejor es cepillarse de forma adecuada, empleando hilo dental al menos una vez al día y pasando el cepillo por la lengua después del lavado para evitar la presencia bacteriana. También resulta de utilidad cambiar con regularidad el cepillo de dientes, cada tres o cuatro meses y acudir a tu dentista de confianza un mínimo de dos veces al año.
La sequedad
El otro gran enemigo del aliento fresco es la sequedad. Es necesario mantener siempre la garganta húmeda y los labios hidratados ciñéndonos a la regla de los dos litros de agua diarios y evitando tomar bebidas como café, refrescos o alcohol, todos ellos irritantes. También nos podemos ayudar de gomas de mascar de sabor menta o caramelos sin azúcar.
Por último, es aconsejable retirar de nuestra dieta alimentos como el ajo, la cebolla y productos que contengan grandes cantidades de azúcar como la bollería industrial ultraprocesada.