El estrés y la ansiedad no son lo mismo, aunque en apariencia compartan síntomas y sus consecuencias para la salud cuando se mantienen en el tiempo puedan ser igual de perjudiciales.
¿Cuál es la diferencia entre estrés y ansiedad?, ¿qué es peor el estrés o la ansiedad? Ambos trastornos son una respuesta de nuestro organismo ante una situación que nos incomoda o a la que nos resulta difícil enfrentarnos, pero con algunos matices importantes.
Así, por ejemplo, el estrés no es necesariamente malo, solo cuando se prolonga en el tiempo o condiciona nuestra vida (estrés por excesivo trabajo, por ejemplo). Y en esta situación, el propio estrés puede derivar en ansiedad o ataques de pánico. En algunos casos puede aparecer ansiedad al despertar o ansiedad nocturna.
En términos médicos, el estrés es el proceso que se activa cuando percibimos una situación o acontecimiento como amenazante o desbordante de nuestros recursos. La inquietud que nos genera el estrés nos lleva a movernos y a buscar soluciones. Pero si el estrés continúa, o se agrava en intensidad, entonces aparece el estado de ansiedad.
La ansiedad es la emoción complicada (miedo, preocupación ante lo que pueda suceder) que se manifiesta mediante una tensión emocional acompañada incluso de dolores físicos (dolores de cabeza, mareos, dolores musculares, cansancio, sensación de ahogo, palpitaciones…).
El estrés está causado por factores externos (trabajo, familia, falta de tiempo…), lo que nos permite identificar qué lo provoca o qué nos bloquea. Sin embargo, la ansiedad está generada por emociones, sentimientos o ideas anticipatorias de que algo malo sucederá.
Diferencia clave para enfrentarse al estrés y a la ansiedad, ya que en el primer caso, una vez eliminado el factor o estímulo que lo provoca, remitirá (por ejemplo, si el estrés lo provoca una mayor carga de trabajo, una vez realizada o planificada de otra manera, éste desaparecerá). No sucede así con la ansiedad, ya que la persona puede sentir ansiosa solo con pensar en el estímulo o emoción que la provoca.
Generalmente, el estrés se asocia al momento presente (un examen, una entrevista de trabajo, una carga puntual de tareas…), aunque si las preocupaciones persisten (el pago de la hipoteca, por ejemplo), el estrés se puede hacer crónico. La ansiedad, por su parte, se alimenta de pensamientos del pasado o de la interpretación, real o no, del futuro.
El estrés y la ansiedad pueden aparecer juntos, y de hecho, la ansiedad puede ser un síntoma de estrés crónico. La intensidad y duración del estrés puede tener otras consecuencias, como el mayor riesgo de padecer depresión, fatiga emocional o pérdida de motivación.
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