El estrés puede acarrear múltiples consecuencias para la salud y, entre ellas, para la piel. La fatiga excesiva, la ansiedad y las tensiones pueden tener su reflejo en la piel, el órgano más extenso de nuestro cuerpo y al que debemos prestar atención. Así, por ejemplo, la piel puede sufrir lo que se conoce como dermatitis por estrés, un trastorno que no debemos subestimar. Vamos a ver, más detenidamente, cómo reconocer las señales más comunes de esta dermatitis y cómo hacerle frente.
¿Qué es la dermatitis por estrés?
El estrés puede afectar a la salud de la piel de diferentes maneras, desde la aparición de urticaria hasta la caída del cabello, pasando por la picazón de la psoriasis, dermatitis seborréica, acné, rosácea, urticaria y dermatitis atópica, entre otros. ¿Por qué el estrés puede estar detrás de tantas enfermedades de la piel, en apariencia sin relación entre sí? No hay una respuesta concreta, pero la hipótesis apunta a una relación entre la piel y el sistema nervioso. Es decir, cuando el sistema nervioso se ve afectado por el estrés, la piel de alguna manera responde. Aunque cualquier zona del cuerpo se puede ver afectada, lo cierto es que la cabeza, la cara y la zona genital son las más afectadas en caso de dermatitis por estrés. Los síntomas que nos alertan de una reacción por estrés son picor, enrojecimiento, sequedad de la piel, y cuando afecta al cabello, la aparición de caspa.
¿Cómo prevenir la dermatitis por estrés?
La prevención, lógicamente, empieza por controlar la causa que está detrás de la dermatitis, en este caso el estrés. Las técnicas antiestrés (disciplinas como el yoga, pilates o el mindfulness, así como la musicoterapia) son una buena alternativa, a lo que hay que sumar la práctica de ejercicio físico y el llevar una dieta sana y equilibrada. Los hábitos saludables son la mejor ayuda para reforzar el bienestar físico y emocional.
¿Cómo tratar este trastorno?
Cuando parte del estrés se manifiesta en la piel conviene consultar al dermatólogo para confirmar la causa y aplicar el tratamiento más adecuado, en función de los síntomas y la propia respuesta de la piel, siendo lo más aconsejable aplicar productos naturales, con efecto calmante e hidratante (cremas emolientes), para rebajar la inflamación en esta zona del cuerpo. En algunos casos también puede ser necesario administrar corticoides tópicos.
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