La depresión oculta, como su propio nombre delata, no es fácil de reconocer y, por tanto, de diagnosticar, ya que en la mayoría de las ocasiones es esconde detrás de un problema físico o una fatiga extrema. De hecho, los pacientes con depresión oculta tienden a no hacer referencia a un revés o trastorno emocional. Las señales pueden hacerse visibles en una situación concreta o sucederse con cambios de humor cotidianos, dificultades para concentrarse o dejarse llevar por sentimientos de tristeza y pesimismo.
Síntomas de la depresión oculta
Similares a los que se manifiestan en otros tipos de depresión, como malestar físico, dolor de cabeza, trastornos digestivos, dolor o tensión de hombros y cuello, cansancio que no remite con las horas de sueño. Síntomas que, en lugar de remitir, persisten y pueden llegar incluso a ser más severos, provocando un malestar físico y emocional.
La principal dificultad para su diagnóstico radica en que no todas las personas relacionan estos síntomas con una posible depresión, y en otros casos llegan a ocultarlo, como si el hecho de ignorar o subestimar las señales las hiciera desaparecer. La depresión sin embargo no desaparece, sino que conviene buscar la causa que está detrás y que suele estar relacionada con algo que no va bien en nuestro vida o que no sabemos como cambiar o afrontar.
Dormir mal es una de las consecuencias directas de la depresión, de hecho en siete de cada diez casos, según datos médicos, detrás del insomnio hay depresión. Problemas para conciliar el sueño o despertarse demasiado a menudo.
La depresión también provoca pérdida de apetito, con el riesgo de desequilibrar la dieta. Esto es un círculo vicioso, porque si comemos mal nos sentiremos con menos energía. Otro riesgo es abusar de alimentos demasiado calóricos o de las bebidas alcohólicas.
La tendencia a ignorar el estado emocional puede llevar en algunos casos a tratar de evitar el contacto social para no tener que inventar excusas sobre cómo nos encontramos realmente. La depresión, y esto es muy importante, nos vuelve emocionalmente más débiles, cuando lo que debemos hacer es justo lo contrario, pedir ayudar y ser escuchados.
Verlo todo negro o volverse pesimista con las actitudes y habilidades de cada uno. Percibir la vida de color negro nos hace perdernos un montón de buenas sensaciones.
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