Las decisiones viscerales son aquellas decisiones que tomamos movidos más por la intuición que por la lógica. Somos las decisiones que adoptamos, acertadas o desacertadas, y de hecho, aunque no siempre seamos conscientes, estamos decidiendo continuamente, y decidir significa también descartar. Muchas veces elegimos o decidimos de forma visceral o impulsiva porque nuestra intuición nos marca qué es lo correcto. Pero, ¿hasta qué punto las emociones determinan nuestras decisiones?, ¿pesa más la razón o la intuición?
Curiosamente tendemos a defender con mayor convicción las decisiones viscerales, y la explicación en términos psicológicos es que consideramos lo visceral como un reflejo de nuestro verdadero yo. De hecho, lo visceral se asocia a una intensa reacción emocional que nos sale de lo más profundo. Esto es precisamente lo que mantiene una curiosa investigación publicada en la revista ‘Emotion’ por la Asociación Americana de Psicología. ¿Eres de las que te dejas llevar por la intuición o eres una persona demasiado perfeccionista y lógica?
Para llevar a cabo este estudio, cuyo objetivo era indagar en el mecanismo de las emociones viscerales, se contó con la participación de más de 450 personas de diferentes edades para realizar cuatro experimentos. En cada uno de ellos tenían que elegir entre una serie de objetos o lugares parecidos, desde elegir una taza a un restaurante. Una elección que podían adoptar libremente, basándose en la intuición o en la deliberación (cuando analizamos los pros y los contras antes de tomar una decisión).
En el experimento en el que tenían que elegir entre dos restaurantes se pidió además a los participantes que compartieran su elección enviando un correo a sus contactos. Lo curioso fue que aquellos que tomaron la decisión por intuición la compartieron con un mayor número de personas, lo que constata su convicción y seguridad a la hora de defender su elección. Algo que además lleva a los autores del estudio a señalar que cuando nos dejamos llevar por las emociones o los sentimientos más que por la razón, no solo afecta a las actitudes sino que también puede modificar el comportamiento.
Cuando adoptamos una decisión no sólo elegimos el qué sino también el cómo, y en el caso de las personas que toman decisiones viscerales pueden llegar a considerarlas como más consistentes y verdaderas, de ahí que puedan ser más impetuosos y férreos en su defensa. Pero hay otro punto en el que también inciden los investigadores, y es que las decisiones viscerales pueden acarrear consecuencias imprevistas o de un alcance que, precisamente por dejarse llevar por nuestra parte más emocional, no siempre calculamos.
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