Para empezar el día cargado de energía positiva es fundamental hacerlo libre de tensiones y preocupaciones. Y relajación para favorecer el equilibrio de la mente y recibir al nuevo día con la mejor predisposición es lo que brinda la práctica del mindfulness. La falta de tiempo no es excusa, porque las técnicas de atención plena las puedes poner en práctica realizando las actividades cotidianas, incluido tomando el desayuno. Olvídate de las prisas de la mañana y dedícate esos minutos que te harán rendir mucho mejor. Una mente despejada no solo aumenta la concentración, sino que mejora la toma de decisiones, fomenta la empatía y, en especial, te ayuda a disfrutar de cada momento de una manera más intensa y plena. Vamos a ver, a continuación, una serie de consejos y ejercicios para practicar mindfulness nada más levantarte.
Mindfulness por la mañana
Cualquier momento o situación es bueno para practicar la atención plena. Al principio exige un poco de constancia, pero poco a poco verás cómo tu mente se abre y es capaz de incorporar la atención plena a cada una de tus rutinas. Al prestar atención a lo que estás haciendo en cada momento permites a tu mente, sin darte cuenta, tomarse un respiro y olvidarse de otros pensamientos.
No te levantes de la cama nada más despertar. Tómate unos segundos y piensa en cómo te sientes en este momento, deteniéndote en esa sensación, pero sin entrar a juzgar o sacar conclusiones. A continuación, piensa en algo de tu vida por lo que te tienes que sentir agradecida. Recuerda que las cosas pequeñas también cuenta.
Tan solo te llevará unos minutos, pero te ayudará a sentirte renovada y a llenarte de energía por la mañana. Dedica unos 5 minutos a respirar, inspirando lentamente el aire, notando cómo entra por la nariz, y luego exhalando de la misma manera. Seguir el ritmo de la respiración ayuda a conseguir la atención plena.
Un sencillo ejercicio para desperezarse. Estira el cuerpo, primero las piernas, luego los brazos. Puedes hacerlo incluso tumbada, estirando las extremidades en forma de cruz. Hazlo lentamente centrando la atención en cada parte del cuerpo.
Mientras te duchas también puedes poner en práctica el mindfulness. Una vez debajo del agua, céntrate en cómo recorre tu cuerpo. Unos minutos te reportarán una extraordinaria sensación de relajación. No pienses en nada más, deja que la mente se centre en el agua.
Centra tu atención en lo que estás comiendo, observa cada alimento, su color, su textura, su sabor… y no pienses en nada más, sólo en cómo los alimentos llegan hasta tu boca. Mastica con calma.
Aprovecha el trayecto hasta el trabajo, o bájate una parada antes si vas en bus o aparca un poco más lejos, y aprovecha para dar un paseo de unos 10 minutos, observando lo que pasa a tu alrededor, focaliza la atención en tus pies, en tu respiración o en tu propio cuerpo.
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