Los comportamientos contagiosos son aquellos gestos, hábitos o actitudes que imitamos o adoptamos por la influencia del entorno o del grupo. No solo la felicidad o el estrés son contagiosos, también otros comportamientos, y la clave radica en las emociones que transmiten.
La ciencia ha indagado en la capacidad de las emociones para transmitirse de una persona a persona. Y de hecho las emociones negativas pueden derivar en comportamientos más contagiosos que las positivas. Según estudios realizados por el Departamento de Psicología de la Universidad de Monmouth (Estados Unidos) imitamos comportamientos de otras personas y, en ocasiones sin darnos cuenta, adoptamos sus estados emocionales, especialmente entre las más cercanas (pareja, hijos, compañeros de trabajo…).
Es uno de los comportamientos contagiosos que con más facilidad se propaga. Es uno de los más comunes y forma parte de lo que en psicología se denomina contagio emocional, proceso por el cual las emociones de una persona son transferidas a otra. El mal humor ha demostrado su capacidad de contagio incluso en las redes sociales. Un estudio de la Universidad de California en San Diego constató que cuando se expresa el mal humor en la red social se contagia rápidamente.
Los comportamientos groseros en el trabajo son especialmente contagiosos, tal y como ha corroborado un estudio de la Universidad de Florida tras analizar el comportamiento de un grupo de trabajadores durante siete semanas. Curiosamente la grosería y la mala educación en el trabajo son uno de los comportamientos que más insatisfacción produce entre los trabjadores, tal y como constató un estudio del Consejo Sueco de Investigación para la Salud, Vida de Trabajo y Bienestar. La grosería puede cargar de negatividad todo el ambiente de trabajo.
Otro comportamiento contagioso común es aplaudir cuando asistimos a un espectáculo cultural, por ejemplo. Así lo han investigado matemáticos de la Universidad de Uppsala, en Suecia, en un estudio que revela que la presión por unirse al aplauso aumenta con el número de espectadores, respondiendo de forma previsible al volumen de aplausos del entorno.
Asumir riesgos es un comportamiento contagioso consecuencia de dejar que sean otros los que tomen las decisiones arriesgadas. Un comportamiento que puede esconder cierta inseguridad, y que lleva a asumir riesgos por imitar lo que hacen otros.
Los hábitos saludables, como comer bien o practicar ejercio, también son contagiosos. Y lo mismo sucede al contrario. Así, un estudio publicado en la revista New England Journal of Medicine, constató que la obesidad es contagiosa. Cuando una persona aumenta de peso también lo hacen las posibilidad de que engorden sus parejas, amigos, hermanos…
Es uno de los comportamientos contagiosos por excelencia, el bostezo. Y la clave, según la ciencia, reside en el cerebro, según un estudio de la Universidad de Nottingham que identificó la zona cerebral que se activa (corteza motora primaria) y favorece el bostezo involuntario. No es el único dato curioso que la ciencia ha encontrado sobre el contagio de los bostezos. Un estudio publicado en el Royal Society Open Science señalaba que el contagio de los bostezos es más elevado entre las mujeres por su mayor capacidad de empatía.
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