Comer lo que quieras sin engordar. Hay personas, afortunadas sin duda, que pueden hacer suya esta afirmación. ¿Dónde reside la clave? En la herencia genética. Y es que los genes influyen en muchos aspectos de la salud y el peso, lo que hace que algunas personas mantengan invariable su peso aunque coman mucho y hagan poco ejercicio, mientras que para otras el contar calorías puede terminar siendo su pesadilla. El peso no solo está relacionado con los hábitos alimenticios y la actividad física, sino que tal y como han demostrado las múltiples investigaciones los genes desempeñan un papel primordial.
Aunque sea una suerte el poder comer de todo sin engordar, hay que recordar que estar delgado no siempre es sinónimo de salud, ya que estar por debajo del peso adecuado (infrapeso) también nos hace más vulnerables a los problemas de salud. No solo el sobrepeso debe preocuparnos, también estar demasiado delgados. De ahí la importancia de seguir una dieta sana y equilibrada, aunque algunos tengan la suerte de poder darse un capricho sin miedo a subirse luego a la báscula.
Los genes que influyen en el peso tienen otra particularidad, y es que también están relacionados con el apetito, lo que hace que se coma menos y el propio organismo almacene menos grasa. En otras palabras, el cuerpo hace un mejor aprovechamiento de la energía que se obtiene a través de los alimentos.
Son numerosos los estudios, y líneas de investigación abiertas, que indagan en la relación entre los genes y el peso. Uno de estos estudios, realizado en la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale y publicado en la revista Proceedings of the National Academy, se preguntó cuál es la clave de que dos personas, tomando la misma dieta en calorías y grasas, una desarrolle obesidad y la otra mantenga su peso sin alteraciones. La respuesta, según las conclusiones del estudio realizado con ratones de laboratorio, estaría en el cerebro, y en concreto en la región cerebral del hipotalamo. En el caso de las personas con tendencia al sobrepeso, las señales neuronales de la saciedad llegan al cerebro a una velocidad mucho más lenta que en el caso de las personas menos proclives a los kilos de más.
Esto también viene a constatar porque a algunas personas les resulta mucho más complicado adelgazar, aunque sigan al pie de la letra la dieta. A la hora de perder peso, especialmente en estos casos, conviene ponerse en manos de un nutricionista o dietista para analizar las causas reales que nos llevan a engordar con facilidad para adecuar la dieta a nuestras necesidades. Porque como hemos visto adelgazar no siempre es cuestión de voluntad.
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