Cáncer de mama: Seguimiento y revisiones tras el tratamiento. Cada año, en nuestro país, se diagnostican 22.000 nuevos casos de cáncer de mama. Los avances en investigación, tratamiento y, sobre todo, la detección precoz, están permitiendo ganar la batalla al tumor y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Tras el tratamiento, surgen otras preguntas, ¿cada cuánto tiempo se deben realizar las revisiones? Con la ayuda de la Asociación Española Contra el Cáncer respondemos a esta y otras preguntas sobre el cáncer de mama.
Es, junto al cáncer de pulmón, el tumor más frecuente entre las mujeres. Tras el diagnóstico, comienza el día a día de la lucha contra el cáncer de mama. Gracias a los avances tanto en el campo de la detección precoz, como de los tratamientos, son cada vez más los pacientes que están logrando plantar cara a este tipo de tumor. En esta ocasión nos vamos a centrar en el después del tratamiento, en el seguimiento y las revisiones periódicas, aconsejables para confirmar tanto el estado del paciente como para controlar los posibles efectos secundarios del tratamiento. Las revisiones también son importantes para detectar, en el menor tiempo, una posible reaparición de la enfermedad. Será el médico el que, en función de cada caso, establecerá la periodicidad de las revisiones.
Hay que señalar que el riesgo de reaparición de la enfermedad va disminuyendo a medida que pasa el tiempo. No obstante, en respuesta a la pregunta de cada cuánto tiempo se realizan las revisiones, tal y como recoge en sus guías la Asociación Española Contra el Cáncer, AECC, durante los 2-3 primeros años tras el diagnóstico, es aconsejable que sean cada 3-4 meses. Durante los dos años siguientes, las revisiones pueden espaciarse hasta los seis meses y, a partir del quinto año, pueden ser anuales.
Pruebas clínicas
En cuanto a las pruebas, también será el médico el que las determinará, en función del protocolo de seguimiento y, en el caso de presencia de un posible tumor, del estado o fase en la que se encontrará. No obstante, las pruebas más habituales, durante los 2-3 primeros años después del diagnóstico, son una exploración clínica exhaustiva, radiografía de tórax y una analítica de sangre. Una vez año al año, se realiza una mamografía del pecho sano y una revisión ginecológica, sobre todo en el caso de pacientes con tratamientos hormonales. Pruebas clínicas que se mantienen durante los dos siguientes años. Por su parte, a partir del quinto año después de diagnóstico es aconsejable realizar un examen físico, una analítica y una mamografía. Será el médico el que determine el resto de las pruebas complementarias, en función de los resultados de las pruebas anteriores.
Es importante vigilar el estado de la mama sana (mama contralateral), ya que las mujeres diagnosticadas de un tumor de este tipo suelen tener más riesgos de desarrollar el mismo problema en el otro pecho.
Lógicamente, y es una sensación normal y compartida por los pacientes diagnosticados de cáncer, el que las revisiones puedan despertar ciertos temores o preocupación por una posible recaída. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las revisiones sirven también para constatar que todo va bien y que, en caso de que algo fuera mal, su detección sería mucho más rápida y, por tanto, el tratamiento más eficaz. Acudir a revisión forma parte de los cuidados para seguir disfrutando de buena salud.