La atopia se puede definir como un picor en la piel tan exagerado, molesto e insoportable para algunas personas que puede incluso dejar marca al rascar y tratar de aliviarlo. El origen de esta reacción ante determinados estímulos sigue siendo todavía una pregunta sin respuesta, si bien las hipótesis médicas apuntan a los componentes genéticos.
La atopia se hereda. Sí, es la predisposición genética a reaccionar de manera exagerada frente a determinadas sustancias o factores ambientales. Reacciones que pueden afectar tanto a la piel como al aparato digestivo y respiratorio. Según datos médicos se estima que las posibilidades de los hijos de padecer atopia aumentan hasta un 40% en los casos en los que el padre o la madre padecen la misma enfermedad. Una probabilidad que aumenta hasta el 80% si la padecen los dos progenitores. Aunque como hemos señalado anteriormente el origen preciso y exacto de la atopia sigue sin respuesta definitiva, los expertos sí apuntan a diferentes factores de riesgo, desde el propio estilo de vida a la maternidad en edades cada vez más avanzadas. Hay otros factores como el exceso de higiene, de calor o de humedad. Factores ante los que la piel de las persona con atopia reacciona de una forma exagerada.
Atopia: síntomas
La dermatitis atópica, los episodios de asma o de rinitis son las señales que nos alertan de que estamos ante un caso de atopia, una enfermedad que se manifiesta por brotes, los cuales no solo afectan en términos físicos –agudización de los síntomas de la dermatitis atópica- sino también emocionales –mayor carga de estrés y ansiedad-. Los tratamientos actuales se basan en controlar los brotes y aliviar los síntomas y molestias.
La atopia no es una cuestión de edad, ya que puede aparecer tanto en la infancia como en la edad adulta. De hecho, la gran mayoría de casos se están detectando en los primeros años (antes de los 5 años).
Atopia: cómo detectarla
La atopia se caracteriza por una sequedad excesiva de la piel, descamación y eccemas, los cuales dan lugar a unas lesiones de tonalidad rojiza con microvesículas (similares a las burbujas). Al rascar la piel para aliviar el picor se pueden romper y expulsar un líquido que, al secarse, forma una costra, las cuales pueden producir también picores agudos. La necesidad de rascarse hará que aparecen más lesiones cutáneas y un mayor prurito. De hecho, al rascar de manera muy intensa lo único que se consigue es aumentar la intensidad del picor. Tanto en niños como en adultos puede influir notablemente en la calidad de vida, ya que los síntomas pueden tener un impacto físico y emocional (mayor irritabilidad, picazón y malestar general, entre otros).
Las lesiones de la piel atópica pueden aparecer en el cuello, muslos, brazos, rodillas o axilas, entre otras zonas.
Atopia: tratamiento
La hidratación de la piel es una de las premisas básicas para el tratamiento de la atopia –para evitar la sequedad-, así como la administración de antihistamínicos (vía oral para combatir los brotes), cremas no corticoides (para la mejora de la piel), medicamentos inmunomodulares y otros fármacos inhibidores del sistema inmunológico, como la ciclosporina.
Además hay una serie de consejos que conviene poner en práctica para mejorar los síntomas, tales como:
- Hidratar de manera adecuada la piel, tanto en los meses de frío como de calor, lo que ayuda a reducir los síntomas y la intensidad de los brotes.
- Usar siempre jabones, productos de higiene y cosméticos específicos para pieles atópicas.
- Evita los baños con agua caliente y muy largos.
- Evita las prendas de fibras sintéticas y la ropa demasiado ceñida.
- Elige prendas de algodón, que ayudan a evitar el picor.
- Evita los cambios de temperatura extremos.
- Intenta mantener a raya el estrés y la ansiedad.