Los ataques de pánico o crisis de ansiedad son una respuesta del organismo ante una situación que percibimos como amenaza o que nos genera miedo a perder el control. El ataque de pánico es una reacción de alarma, y son los pensamientos, y en concreto cómo evaluamos el peligro, los que desencadenan la ansiedad y el pánico.
Las crisis de angustia o ataques de miedo se producen de manera repentina, y duran varios minutos. Cuando se vuelven más repetitivos, o cuando los síntomas se prolongan durante más tiempo, estamos ante un ataque de pánico. Las sensaciones corporales y cognitivas pueden ser tan intensas que pueden llegar a controlarnos.
Las emociones negativas como el temor y la ansiedad controlan nuestra mente, y cualquier gesto o situación, incluso la más trivial, puede hacer saltar las alarmas al hacer reaccionar a quien padece el ataque de pánico de manera imprevista e incluso ilógica. En estas situaciones, el pánico se vuelve más fuerte que cualquier otra cosa. También es frecuente que se produzcan ataques de pánico nocturnos.
¿Qué hacer ante un ataque de pánico? En primer lugar, hay que dejar de hacer lo que se estaba haciendo o salir del lugar en el que se encuentra (a veces basta con ir a otra habitación), sentarse o tumbarse en una posición cómoda y pedir ayuda a la gente de tu alrededor. Concentrarse en la respiración ayuda a recuperar el control. El consejo es respirar profundamente, inhalando el aire que infla el abdomen y evitar centrarse en la respiración en el pecho.
Ante un episodio de ataque de pánico hay que ser consciente del problema, para evitar degenerar en un mayor estado de ansiedad o en una depresión. Lo primero es determinar la causa que genera el pánico, ya sea una situación laboral, personal o incluso una fobia, y sobre tener en cuenta en qué situaciones se producen y con qué frecuencia se repiten.
Es aconsejable ponerse en contacto con un especialista, un psicoterapeuta, quien recomendará la terapia o enfoque de tratamiento más adecuado en función de la gravedad o intensidad del problema. Ante los ataques de pánico, como en el resto de los problemas físicos o emocionales, hay que contar con un diagnóstico certero para dar la mejor solución al problema.
En algunos casos el médico puede considerar prescribir medicamentos para reducir la gravedad y frecuencia de los ataques de pánico (antidepresivos, medicamentos ansiolíticos o betabloqueantes).
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