Alergias alimentarias: Prevenir la anafilaxia. Huevo, leche, frutos secos o marisco. Son algunos de los alimentos que provocan las alergias alimentarias más frecuentes, las cuales pueden desencadenar una reacción alérgica severa y poner en riesgo la salud. Es la anafilaxia, la cual es especialmente peligrosa en el caso de los niños y jóvenes. Las alergias alimentarias son cada vez más frecuentes. De hecho, médicos y especialistas cifran en el doble el número de diagnósticos de reacciones alérgicas a determinados alimentos que hace una década. Prevenir es invertir en salud.
¿Cuáles son las alergias alimentarias más frecuentes? Según los especialistas, el lugar de nacimiento o residencia es una factor a tener en cuenta, ya que mientras en algunos países europeos, como Inglaterra, la principal amenaza son los frutos secos (avellanas, cacahuetes o nueces), en el norte de Europa y países escandinavos lo es el marisco y al pescado, y entre ellos, uno en concreto, el bacalao. En el resto de Europa, las alergias más frecuentes son las reacciones al huevo, leche y frutos secos como las nueces. Lo que sí comparte este mapa geográfico de las alergias es que, en todos los casos, la reacción alérgica es el principal factor de riesgo de sufrir anafilaxia, especialmente entre los niños y adolescentes. La anafilaxia es una reacción exagerada de nuestro organismo, la reacción alérgica más grave y que puede conllevar serios riesgos para nuestra salud. De ahí la importancia de diagnosticar inmediatamente los casos de anafilaxia y aplicar el tratamiento adecuado.
La Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica es una de las entidades que, entre sus objetivos, está el de concienciar sobre la importancia de estar alerta a las posibles alergias alimentarias. Conocer los síntomas y los factores de riesgo es una de las pautas en materia de prevención, especialmente en los casos en los que está en juego la salud de los más pequeños.
Todos estamos expuestos a desarrollar una alergia en cualquier momento de nuestra vida. La alergia se puede definir como una sensibilidad anormal a una sustancia, por ejemplo contenida en un alimento, que produce una reacción adversa. La lista de alérgenos, sustancias naturales o artificiales que desencadena la alergia, es amplísima, por lo que los síntomas no se limitan a los estornudos o lagrimeo, sino que también pueden aparecer dolor de cabeza, sarpullido o irritación de la piel, inflamación, urticaria, cansancio, artritis, hinchazón abdominal, indigestión, gases, asma, catarro o diarrea crónica.
¿Qué es lo que provoca que nuestro sistema inmunitario reaccione ante unas determinadas sustancias? Los alérgenos entran en nuestro organismo a través de las vías respiratorias, la digestión y el contacto de la piel o mucosas. En este caso, nos vamos a centrar en las alergias alimentarias. Durante la digestión, los alimentos se disgregan en nutrientes esenciales (vitaminas, minerales, hidratos de carbono, proteínas, grasas…). Durante este proceso, una vez que los macronutrientes se separan de los sólidos, serán absorbidos, en primer término, por las paredes intestinales, pasando posteriormente al flujo sanguíneo, el encargado de transportarlo al resto del organismo. Las proteínas, las grasas y los hidratos de carbono solo deben llegar al torrente sanguíneo convertidos en aminoácidos, azúcares simples y ácidos grasos. Si, como sucede en el caso de las personas con celiaquía, la proteína del gluten es absorbida sin haberse transformado, puede desencadenar una reacción alérgica.
Alergias alimentarias y estrés
Y las alergias alimentarias no se libran del estrés. El efecto del estrés sobre la digestión se traduce en que la ralentiza. El motivo es que el estrés nos hace generar adrenalina, sustancia que entre otros contribuye a reducir el aporte de sangre al aparato digestivo, por lo que la hace más lenta, pudiendo provocar una incompleta elaboración de las proteínas y los hidratos de carbono.
No hay que olvidar que existen reacciones que no están relacionadas con el sistema inmunitario, son las reacciones no alérgicas, entre las que se encuentra la intolerancia y la sensibilidad y que suelen estar relacionadas con alimentos o aditivos alimentarios. Es una reacción adversa ante una sustancia ingerida que no activa el sistema inmunitario.
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