Las discusiones dentro de una pareja sana no deben ser tomadas como peleas, sino como intercambio de pareceres
Las discusiones en una relación salen después de un largo tiempo juntos y, dependiendo de factores relacionados con la convivencia, el tiempo de relación y un largo etc. Suelen surgir entre entre los 7 meses y los 2 años de los comienzos. Es el paso de lo familiar ideal a lo familiar real. Según los expertos psicólogos en atención familiar y relaciones de pareja, las discusiones al principio de la relación son sanas desde la perspectiva de ajuste de la pareja.
Sabemos que los comienzos son lo mejor y al principio todo es maravilloso. La otra persona es perfecta, es alta, guapa y todo le queda genial o, más bien, ambas partes obvian muchos defectos. La etapa de intermedia se utiliza como prueba y lleva a no pelear porque se produce una aceptación de todo que igual no es tan aceptable para nosotros pero que se hace para reforzar la identidad.
El gran error que todos los mortales cometemos y es donde vienen los grandes problemas es cuando no se supera esta fase, y pasan los días y los años y siempre se mantiene. El abanico de posibilidades por las que discutimos cuando estamos en pareja es de lo más variado y estrambótico. Aunque la poca confianza en nosotros mismos y la poca conversación que tenemos sobre nuestros problemas, unido a la falta de ambición personal en lo profesional, por ejemplo, son cosas que se transmite a la relación y acaba en pelea.
Las discusiones pueden poner fin a tu relación de pareja
La unidad de la pareja se va fraguando en los instantes iniciales de cuando decidimos poner en común esa relación. Se trata de una decisión importante que cambiará nuestras vidas y eso es un paso adelante en la madurez cómo persona, tanto individual como de pareja. Todo puede romperse cuando las líneas de ese proyecto en común no están del todo claras y llega la desilusión por una falta de compromiso y respeto que no se mantiene, que desencadena numerosas muestras de inadaptación reflejadas en discusiones.
Hasta para mantener discusiones sanas debemos saber entendernos dentro de la pareja o el matrimonio. Querer llegar a un acuerdo es cosa de dos como lo es la discusión, porque podemos recurrir al dicho que dos no se pelean si uno no quiere, pero claro está que siempre una de las partes no puede ceder constantemente para no entablar una pelea dialéctica.
Podemos recurrir a técnicas y estrategias de comunicación que nos pueden servir a la vez que ayudar para no entrar en una furia de palabra que lleve incluso en muchos casos a la ruptura de la pareja. Una de ellas puede ser el banco de niebla. Cuando vamos en el coche, conduciendo tranquilamente, y nos encontramos con la bluma o la niebla que nos ciega el camino siempre tendemos a reducir la velocidad por el miedo a no saber qué nos depara el camino. Pues más o menos es aplicar esto a la conversación, cuando vemos que se van caldeando los ánimos podemos disminuir la intensidad de la misma para no originar males mayores que nos supongan un problema de mayor calado a la vez que irreversible. Nunca es buena cosa que los sentimientos se apoderen de nuestros gestos o palabras y cojan el control de los mismos.
La discusión es solo eso, una discusión, si se supera esa fase entramos en lo que es el área de la pelea y es precisamente eso lo que debemos evitar para que no suponga un perjuicio. Razón y llevarla, hacen que queramos imponer nuestro criterio aunque a veces sea erróneo desde cualquier punto de vista. Obviamente, si es así es imposible ponerse de acuerdo y se tiende a incluir otras quejas que nada tienen que ver con el motivo principal en la discusión.