Dentro de las personas existen muchos temores a plantear una pregunta que dé como resultado dar un paso más en la relación.
Es curiosa la paradoja que se da entre los jóvenes de la Generación Z, ya que quieren tener un compromiso (al 90% dentro del estudio realizado por la empresa de citas Hinge), pero en su interior encuentran demasiadas barreras para poder tener ese compromiso, especialmente incitado por el miedo que supone a que la otra persona te diga que no y suponga un rechazo.
Pasan las generaciones, pero lo que nunca cambia es el hecho de que para empezar algo en serio hay que ponerlo encima de la mesa. Ya puedes cambiar la frase o el tono, pero la pregunta tiene que existir porque si no, ese compromiso no está plasmado. Ese paso viene acompañado de la pregunta, ¿qué somos? Una pregunta que si retrocedemos en años era la antigua, ¿quieres ser mi novia/o?
Y te preguntarás, ¿por qué guarda tanta importancia poner sobre el tapete esta frase que hasta me queda antigua? Muy simple, porque esta frase marca el límite de la exclusividad, y si no te has planteado tener una pareja abierta, todos esos tanteos que una persona puede tener por su entorno ya tienen que ir eliminándose en el momento que le dejas clara a tu otra parte que le vas a ser fiel. Por esta razón es importante, básicamente para tener las cosas claras.
Realizar esta pregunta es necesaria para la pareja
Dentro del estudio de esta aplicación (Hinge), concretamente el 57% de esta generación no ha tomado la iniciativa de preguntarle a la otra persona por sus sentimientos porque les obsesionaba tener el rechazo. Tanto es así que son muchos los usuarios que no le han puesto nombre a su relación porque no tenían la forma de iniciar esta delicada conversación para ellos.
Si estás en esta situación debes saber algunas cosas para poder romper esa indefinición de tu pareja y poder avanzar en ella. Y es que esa duda te puede generar ansiedad y estrés por lo que es mejor saber la respuesta antes de seguir, porque si la otra persona no está preparada es mejor no perder el tiempo.
Este diálogo puede surgir en el momento en el que tú sientes que no tiene sentido seguir viendo a otras personas, con lo cual es cuando tienes que armarte de valor para enfrentarte a la respuesta.
Eso sí, esta conversación requiere que tú estés frente a la otra persona para evitar las distorsiones y los malos entendidos que se dan a través de conversaciones digitales o telefónicas, ya que no le ves su cara y sus reacciones.
Y la forma de hacerlo debe ser clara, nada de rodeo o medias tintas. Y si no tienes la respuesta que esperabas tienes que saber ponerte en el lugar de la otra persona y sobre todo no intentar convencerla porque esto no es un trato o negocio.