Qué rico está el queso. A veces incluso nos comeríamos hasta la corteza. ¿Pero es buena? Sí, esa típica cuña de queso curado y semicurado, que por vergüenza a veces no nos atrevemos a comerlo. En algunos casos, resulta evidente que no, puesto que esa superficie parece estar hecha de plástico. Pero, ¿es siempre así? ¿Con qué ingredientes o materiales se forma esa costra? Nosotros te lo contamos.
La respuesta está bien clara: si hablamos de queso artesano, todas las cortezas son comestibles, así que puedes hacerlo sin miedo. Ahora bien, estarás consumiendo hongos, levaduras y bacterias absolutamente sanas. Otra cosa son las cortezas de quesos industriales donde se usan pinturas antifúngicas, para combatir contra el moho y los hongos, aptas para uso alimentario aunque su consumo no es recomendable.
Y es que quién no se ha preguntado alguna vez si la corteza que lo recubre es comestible. En algunos casos, resulta evidente que no, puesto que esa superficie parece estar hecha de plástico, pero no siempre es así. Y es que el queso sirve siendo el mejor elemento para los aperitivos.
Los siguientes son algunos ejemplos de quesos con corteza natural comestible:
- Quesos con corteza con moho grisáceo azulado, como algunos típicos de Francia: Crottin, Valençay.
- De corteza blanda y blanquecina, cubierta de una especie de pelusa, como Brie, Camembert.
- Semicurados o semiblandos, con cortezas que varían desde pegajosas, de color naranja o tostado, hasta gruesas y de color gris.
- De corteza dura y correosa, como el Emmental, Cheddar, Parmesano, Manchego, Idiazabal.
- Quesos azules de corteza blanca, con pelusa, pegajosa o dura, como Roquefort, Cabrales o Gorgonzola.
Y es que las cortezas artificiales pueden ser de diversos materiales, desde cera o extractos vegetales, hasta sintéticos, como determinados plásticos. Mientras que en la corteza natural, se desarrolla al secarse en entornos controlados. Ahora bien, siempre te quedará la alternativa del tofu, es decir, del queso de soja.
Así pues, ya sabes una cosa más. Ahora está en tus manos, nunca mejor dicho, llevártelo a la boca o no. Es tan fácil como saber su procedencia. ¿Has comido alguna vez la corteza?