ETA confirma el fin definitivo de su actividad armada [FOTOS]

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ETA confirma el fin definitivo de su actividad armada. Era, sin duda, la noticia más esperada por la sociedad española, y la sociedad vasca en concreto, desde el inicio de la Democracia. Un anuncio que llega después de la celebración de la Conferencia de Paz celebrada en San Sebastián y a un mes de las elecciones generales del 20-N. Un cese definitivo pero tras el que queda un largo reguero de sangre, dolor y víctimas. Y, entre ellas, ejemplos de lucha como el de Irene Villa o de las viudas, madres e hijas de los que murieron a manos de la banda armada.
 
Jueves, 20 de octubre de 2011. ETA emite un comunicado en el que anuncia el cese definitivo de su actividad armada y pide diálogo a los gobiernos de Nicolás Sarkozy y España. Un anuncio que abre una nueva etapa, no exenta de dificultades y que deberá conducir el nuevo gobierno que salga de las urnas tras las elecciones generales del próximo mes de noviembre. Un anuncio que se produce en un escenario de debilidad para ETA, con 50 detenciones en el último año por presunta colaboración con la banda y tras haber descabezado la cúpula en seis ocasiones a lo largo de los últimos años gracias al inestimable trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Una encomiable labor que destacaron, en sus primeras intervenciones tras conocerse el comunicado de ETA, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el presidente del PP y candidato a la presidencia, Mariano Rajoy.
 
1960. ETA comete su primer atentado, y es una niña la que fallece, Begoña Urroz, un bebé de apenas 22 meses, a consecuencia de las graves heridas producidas por la explosión de un artefacto en una estación de tren de San Sebastián. Desde entonces, la historia sangrienta de la banda se traduce en una escalofriante cifra: 829 muertos y miles de heridos. Entre las víctimas, hombres y mujeres, algunos de cuyos nombres no se han borrado de nuestras retinas. Irene Villa, y su madre María Jesús González, son dos de esas víctimas que salieron del anonimato sin quererlo una trágica mañana de los años 90, tras la ruptura de la tregua de 1989. Hoy, Irene Villa, es una mujer luchadora, y que ha sabido encauzar su vida.
 
Una trágica lista en la que también encontramos a otras muchas mujeres, como Ana Isabel Arostegui, ertzaina fallecida en 2001; Irene Fernández, Guardia Civil fallecida en Aragón en el 2000; Ascensión García, abogada y esposa del concejal del PP en Sevilla, Alberto Jiménez Becerril, fallecidos en 1998; o Carmen Tagle, fiscal de Madrid.
 
La vida de otras muchas mujeres, esposas, madres, hermanas, novias o hijas de Guardias Civiles, policías, jueces, periodistas, taxistas, cocineros y profesores, entre otros muchos, también se rompió de un disparo o una detonación tan certera como la que mató a los suyos a lo largo de la historia trágica de atentados cometidos por ETA. Ellas también son víctimas, como Mari Mar Blanco, hermana de Miguel Ángel Blanco; o de Maite Pagazaurtundua, hermana de Joseba Pagazaurtundua y presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo; Cristina Cuesta, fundadora de Covite e hija de Enrique Cuesta; Natividad Rodríguez, viuda de Fernando Buesa; Caty Romero, viuda de Alfonso Morcillo; Maixabel Lasa, viuda del ex Gobernador Civil de Guipúzcoa Juan María Jaúregui; o Sandra Carrasco, hija del concejal socialista Isaías Carrasco.
 
Y diez mujeres fueron precisamente las protagonistas del documental Corazones de Hielo, en el que se retrataba la vida cotidiana de las víctimas en el País Vasco.

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