A través de la novela “Las lágrimas que esconde el mar”, el rostro de una mujer se convierte en todo un símbolo de la emigración gallega.
Desde fines del siglo XXI hasta la primera parte del siglo XX, se calcula que más de un millón de gallegos emigraron a América. Cuba, México, Venezuela, Uruguay y Argentina fueron los destinos más elegidos en aquel entonces. El famoso refrán dice que hasta en la luna hay un gallego. Hoy, esa frase se podría actualizar: hasta en la luna hay un gallego o descendiente de gallego.
La emigración fue enorme y contribuyó también para que progresen los países latinoamericanos. Estuvo además cargada de historias, de llantos y de emblemas. Aunque en estos últimos años apareció un nuevo símbolo de la diáspora gallega: es el rostro de una mujer, que ya circula por las redes para armar debates y volver a contar aquellos viajes en barco.
El rostro de la mujer que se convirtió en el nuevo símbolo de la emigración gallega forma parte de la portada de la novela “Las lágrimas que esconde el mar”, escrita por el argentino Juan Manuel López, quien describe en sus propias redes: “Puede llegar a ser lo mejor del libro. Los ojos habladores de esa aldeana de Chantada resumen bastante el dolor de la emigración de aquella época. Yo necesité 280 páginas para contar una historia. Esa mujer bonita, la de la portada, explicó lo mismo con una mirada”.
El libro, según el propio autor, “es una historia de amor y de emigración que se detiene en las vivencias y en las reflexiones de Purificación (la mujer de la portada) y José, un matrimonio que armó sus maletas de cartón y se subió al trasatlántico Ascania, en el puerto de A Coruña. Es un repaso a la esencia de la Galicia rural, en una época de guerra y posguerra española”.
Además del rostro femenino de la portada, convertido ya en símbolo, el título de la novela (“Las lágrimas que esconde el mar”) llamó también la atención entre los emigrantes y descendientes de emigrantes. El escritor argentino explica el porqué del nombre: «Al nacer y vivir en Argentina, me tocó crecer rodeado de un montón de inmigrantes que llegaron en barco al país. El cóctel era enorme cuando yo era chico. Había españoles, italianos, rusos, alemanes, polacos… Gente que vivió la guerra civil española, la miseria posguerra, la segunda guerra mundial, el hambre, el frío, la muerte.
Gente que dejó su tierra y nunca volvió. Gente que dejó a sus padres, a sus hermanos… En fin, varios horrores había en esos pasados. Sin embargo, allá, en mi Buenos Aires, por lo menos, esos inmigrantes nunca transmitieron ese sufrimiento mayúsculo. Nunca lloraron, en un amplio sentido de la palabra. Como que aceptaron su destino y rechazaron cualquier tipo de lástima. Como que todas sus lágrimas quedaron en el mar, escondidas durante el largo viaje en barco, cruzando el Atlántico. Creo que ese dolor nunca desapareció y creo, también, que nunca se fue. Sólo quedó escondido en el mar. Y yo lo que intento hacer con este libro es bucear un poco para encontrar algo».
En primavera la piel necesita un extra de cuidados para que sufra lo menos posible…
Este miércoles, la audiencia al completo de 'La Isla de las Tentaciones' se ha quedado…
Gabriela Guillén ha vuelto a la carga contra la figura del padre de su hijo…
Frank de la Jungla ha compartido un vídeo en el que relata cómo han sido…
Sandra Barneda y Nagore Robles vuelven a verse las caras más de un año después,…
Pese a que en las últimas semanas habían aumentado los rumores de una reconciliación entre…