El tiempo que pasemos con la otra persona determinará el grado de amistad que tengamos con ella y la intimidad.
Hay mucho hablado y escrito sobre la amistad, y son muchas las expectativas que levantamos sobre ella. El rechazo o las malas experiencias que sufren algunas personas con las reacciones de otras a las que consideraban sus amigas hacen que las futuras relaciones de amistad se vean alteradas.
Pero lo cierto es que el vinculo de amistad requiere de mucho trabajo y esfuerzo y un fuerte compromiso por ambas personas. El tiempo que pasamos con esa persona es determinante para que la amistad crezca entre ambas. Un estudio de Journal of Social and Personal Relationships, determina que deben trascurrir más de 50 horas con un individuo para considerarlo amigo casual, que abandone el escalón de conocido. Y tienen que trascurrir un total de 90 horas para que la palabra amigo ya aparezca en nuestra mente cuando hablamos de él.
Si ya queremos que pase a otro escalón superior como puede ser que de amigo de confianza, amigo íntimo, tiene que emplearse 200 horas de experiencias junto a él. En estas experiencias se incluyen ratos de ocio como momentos más profundos, incluso compartiendo deportes o actividades.
Es importante tener amistades sanas
La empatía es fundamental para que la relación de amistad llegue a buen puerto. Tenemos que entender en todo momento la situación y circunstancias que rodean a la persona que tenemos enfrente. Esto será determinante para que ese individuo entienda que puede confiar en nosotros y que seremos un apoyo para él cuando lo estime conveniente.
No podemos hacer que por arte de magia la amistad surja. Tampoco podemos obligar a que una persona determinada, un conocido del gimnasio, una compañera de trabajo, se convierta en nuestro amigo de la noche a la mañana. Nuestros gestos van a ser muy importantes de cara a que esa persona sienta que queremos compartir nuestro tiempo con ella y preocuparnos por ella. Se trata de un proceso donde muchos expertos aseguran que nos hará mejores personas.
No se puede obligar a alguien a que esté un rato con nosotros, pero se puede invitar a que lo esté. Este periodo debe convertirse en casi una obligación en nuestro día a día, porque además repercutirá en positivo para nosotros ya que el nuestro grado de sociabilidad crecerá y redundará en tener una mejor empatía con los que nos rodea.
Tenemos que tener en cuenta, en caso de que compartamos trabajo con esa persona, las horas que estemos en la oficina no contarán para fortalecer la amistad. Tendrás que emplearte a fondo y salir a comer con ella o o incluso tomarte una copa. Ahí es donde crece esa unión.