Aunque puedan parecer un simple accesorio, los pendientes ayudan a realzar tus facciones más de lo que piensas
Los pendientes son uno de esos complementos eternamente infravalorados. La mayoría de la población le concede prioridad a otras cuestiones estéticas como el maquillaje, pero lo cierto es que los pendientes permiten realzar las facciones e incluso la mirada de una persona si se escogen correctamente. A continuación te damos una serie de consejos para acertar en tu próxima compra.
El primer aspecto que se debe tener en cuenta a la hora de adquirir unos pendientes es la forma del rostro. Los pendientes se ajustan al tipo de cara de quien los lleve, por eso se trata de un factor indispensable. En el caso de las caras redondas, lo mejor es optar por pendientes largos que le den al rostro un toque más perfilado que quiebre la sensación de redondez.
En el caso de tener una cara alargada los pendientes servirían como contraste a la forma del rostro, es decir, se prefieren pendientes pequeños que aporten curvatura al perfil de la cara. De forma similar, una cara cuadrada en la que el mentón no sea muy prominente, se aboga por pendientes de aros para, de nuevo, que estos rompan con la forma del rostro.
El último caso es el de las caras ovaladas, las consideras por el canon clásico de belleza como las más atractivas y, también, las más versátiles a la hora de portar pendientes. Cualquier tipo de pendientes combina bien con esta forma, ya sean pendientes redondos y pegados que acentúen la silueta del rostro y pendientes largos.
Finalmente, el segundo aspecto que se debe considerar es la ocasión del momento, que puede ser formal o informal.
Para complementar un look elegante, de cena de empresa o reunión de trabajo, lo ideal son los pendientes largos, símbolo habitual de finura, clase y un toque desenfadado. Si, en cambio, se trata de una ocasión especial como un bautizo o una boda, se busca que los pendientes brillen con luz propia, por lo que se recomienda que estén ribeteados con alguna joya pequeña como una perla barroca.
En un contexto más informal se intenta llevar unos pendientes discretos, que realcen el rostro pero sin destacar demasiado. Los más habituales son los pegados y redondos, aunque también pueden escogerse unos aritos pequeños.
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