Trastorno por déficit de atención: ¿Cómo ayudar al niño? Hereditario en más del 80% de los casos, el TDAH afecta entre el 3 y 6% de los niños en edad escolar, siendo el trastorno del aprendizaje más frecuente después de la dislexia. La hiperactividad, la impulsividad y los problemas para atender, concentrarse y organizarse son, a grandes rasgos, las principales manifestaciones de los distintos tipos de un trastorno que, en el caso de los más pequeños, requiere diagnóstico y atención para evitar problemas como el fracaso escolar.
El Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es, aunque desconocido e invisible para muchos, más frecuente de lo que pensamos. De hecho, se estima que por cada aula de 25 niños en edad escolar, uno de ellos tiene TDAH, cuyo patrón de conducta varía en función de los tipos. Tal y como señalan los expertos, los niños que presentan este trastorno muestran un menor desarrollo en las funciones asociadas al lóbulo frontal, se cansan o fatigan antes al hacer las tareas que requieren más atención o se distraen más a menudo con estímulos irrelevantes. Esto, a su vez, está directamente relacionado con la capacidad de autocontrol, la comprensión lectora y las dificultades, por ejemplo, para las matemáticas.
Aunque es cierto que el TDAH se relaciona directamente con la infancia, con una prevalencia entre el 3 y el 6% de los niños, un porcentaje importante sigue manifestando síntomas en la adolescencia y, en el 2% del total de los casos, durante la edad adulta.
El diagnóstico de este trastorno, el cual debe ser reconocido como crónico tal y como vienen solicitando desde tiempo atrás médicos, pediatras, psicólogos, neurólogos, educadores, asociaciones y familiares de niños con TDAH, es fundamental, tanto para el desarrollo del niño como para la comprensión por parte de los padres. El TDAH, además de tratamiento farmacológico, también puede requerir terapia psicológica y refuerzo escolar. Lo primero que hay que tener claro para enfrentarse a este trastorno es que tiene un origen neurobiológico, y que la mayoría de los niños responde al tratamiento y controla sus síntomas.
Ante la sospecha de que el niño puede padecer TDAH, se debe consultar al médico o especialista, y no tratar de ocultarlo ya que puede generar ansiedad. Lo mejor es explicarles, en un lenguaje comprensible para su edad, en qué consiste su problema, y ayudarles a vencer obstáculos y conseguir objetivos. Además de abordar el problema, hay otra serie de consejos que podemos seguir para ayudar al niño con TDAH:
- Es aconsejable establecer unas normas en casa y ayudarle a planificar su tiempo y sus tareas.
- Es importante crear un hábito de estudio y tratar de mantener un orden en su entorno, en su rutina diaria y, fundamental, en sus horarios.
- De la misma manera que debemos explicarle, evitando la confrontación, las consecuencias de una acción incorrecta, también debemos reforzar su autoestima resaltando y verbalizando lo positivo o los límites que supera el niño.
- Reconocer su buen comportamiento y favorecer su autonomía.
- En situaciones límite, no se debe perder el control, siendo preferible esperar a que se calme porque de lo contrario podemos reforzar su conducta negativa.
TDAH: Tipos
Aunque se han identificado unos síntomas comunes, lo cierto es que no todos los niños presentan los mismos. Los especialistas distinguen entre tres tipos de trastorno por déficit de atención e hiperatividad.
- Hiperactivo/impulsivo: El principal síntoma es que el niño no cesa de moverse, si bien es difícil de diagnosticar con certeza antes de los seis años, porque todos los niños antes de esa edad tienen rabietas o en ocaciones son incapaces de controlar su conducta.
- Inatento: La falta de concentración, organización y atención, así como tendencia al olvido, son las señales más características. En este caso, estamos ante un tipo de TDAH que suele ser más frecuente entre las niñas y, aunque se esfuercen por mejorar sus resultados académicos, suelen tener dificultades para conseguirlo.
- TDAH combinado: Es el tipo más frecuente de todos y, como su propio indica, es una combinación de los dos anteriores. Puede asociarse además con otros trastornos del aprendizaje, como dislexia, o con episodios de depresión infantil.
Teniendo en cuenta que estamos ante un trastorno hereditario en 8 de cada diez casos, y que tiene una base neurológica, es hora de erradicar falsas creencias de que, simplemente, se trata de un niño olvidadizo, problemático o despistado, porque en definitiva no estamos afrontando un problema que, con el tratamiento y la ayuda adecuada, tiene solución.